De cómo el viejo sultán fue echado y establecido un nuevo gobierno


Al fin el sultán se vio obligado a ceder; muy a su pesar convino en que se dictara una constitución que diera al pueblo participación en el gobierno, y se convocara enseguida un Parlamento, lo cual se hizo en forma incruenta en julio de 1908.

Los reformadores manifestaron que no existiría paz en Turquía mientras no se quitara del trono a Abdul Hamid, y se resolvió, por consiguiente, destronarlo y encarcelarlo. Así se hizo, y su hermano, que había pasado la mayor parte de su vida en la prisión por orden del sultán, que temía se levantase contra él, subió al trono bajo el nombre de Mahomed V; el nuevo sultán fue un hombre de temperamento tranquilo y bondadoso que dejó actuar a los reformadores.

Éstos, sin embargo, se querellaban entre sí, y encontraron dificultades en distintos lugares del Imperio. El antiguo gobierno no paraba mucha atención en las diferentes razas que poblaban el Estado siempre que éstas pagasen sus tributos debidamente y no se rebelasen; los Jóvenes Turcos manifestaron su deseo de regir todo el imperio con una sola ley y formar una nación con un solo idioma, y con iguales derechos y deberes en todas las cosas. Esto no agradó a las provincias europeas del Imperio, pues por espacio de siglos habían tratado de acercarse a los turcos lo menos posible.

Se vieron alentados en sus miras por algunos de los estados de los Balcanes que se habían emancipado y deseaban que se anexara a sus países una parte del territorio turco aún habitado por sus conciudadanos. En 1912 tan sólo cuatro distritos en Europa, del gran imperio que Turquía había poseído en otros tiempos, quedaban en manos turcas: eran Albania, Kossovo, Macedonia y Tracia. Estalló la guerra en 1912, y Grecia, Servia, Montenegro y Bulgaria se unieron contra Turquía para libertar a Macedonia. En varias sangrientas batallas los turcos fueron derrotados y hasta pareció que serían arrojados de Europa.