La invasión napoleónica, la reacción popular y la guerra de la independencia


En cumplimiento de los acuerdos entre Godoy y Napoleón, el 18 de octubre de 1807 penetraron en España los soldados del emperador, con rumbo al amenazado Portugal. Pero como otras divisiones ocuparan plazas españolas en la frontera pirenaica, en Cataluña y en Castilla la Vieja, la operación militar de tránsito descubrióse como invasión y ocupación de España, y el pueblo reaccionó contra quien hubo provocado tan humillante situación amotinándose contra Godoy en Aranjuez. El rey destituyó al favorito, para salir del aprieto; pero, no fue tal medida suficiente; avínose a renunciar la corona en favor de Fernando, aunque poco después, libre de la apurada situación, pidió a Napoleón apoyo para recuperar el trono. Otro tanto hizo Fernando para conservarlo, y el emperador, una vez reunidos en Bayona todos los actores de la miserable empresa, incluso Godoy y la reina María Luisa, obtuvo de Carlos IV como de Fernando VII la cesión de los respectivos derechos al solio de los Borbones de España.

El levantamiento del pueblo español, que siguió a la salida de los reyes de su capital, el 2 de mayo de 1.808, es uno de los episodios más notables de la historia moderna: la guerra de un pueblo sin reyes ni Estado, sin organización ni jefes militares traicionado y abandonado por la casi totalidad de los elementos dirigentes, que logró vencer, sin más apoyo que su indomable voluntad de independencia, al soberano más poderoso de Europa.

Larga fue la lucha y áspero el camino del triunfo; ejércitos franceses al mando de los más destacados generales napoleónicos irrumpieron en España; el mismo emperador hubo de asumir el mando de la campaña después de la victoria que las armas españolas obtuvieron en Bailen.

José Bonaparte fue instituido rey de España, como José I, pero Napoleón se reservó la dirección de la guerra; el sitio de Gerona fue uno de los episodios más dramáticos y heroicos de la lucha: el mismo vencedor se sintió conmovido por el glorioso ejemplo, y renunció a hacer esculpir en el Arco de Triunfo parisiense el nombre de la nueva Numancia.

La dominación francesa sojuzgó a España durante un lustro, sin que cesara la actividad de los guerrilleros; luego, exigencias de la guerra contra Rusia impusieron a Napoleón la reducción de los efectivos de ocupación que mantenía en España, y los ejércitos británicos del duque de Wellington, aliados a fuerzas españolas y portuguesas, pudieron así consumar la expulsión del invasor, definitivamente derrotado en la acción de Vitoria, el 21 de junio de 1813.