Enorme alegría despierta la liberación de París


Rotas finalmente las defensas enemigas, los movimientos de los aliados convergen hacia la frontera belga y hacia París. Los alemanes, dueños de puertos de la costa bretona y normanda, oponen feroz resistencia. El 19 de agosto fuerzas blindadas estadounidenses al mando del general Patton llegan a las proximidades de París, y el 21 sus tanques han cruzado el Sena y están sólo a 6 kilómetros de la Ciudad Luz. En ese momento la lucha en Francia está decidida. Los aliados dominan la situación y los germanos comienzan a retirarse a posiciones que les permitan defender sus fronteras nacionales. De dominadora del continente, Alemania se convierte en defensora de su propio suelo. Por el Norte y el Este la acosan las fuerzas rusas; por el Sur y el Oeste, las angloamericanas. La terminación de la guerra, opinan los observadores, es cuestión de poco tiempo. Ya se sabe a quién corresponderá la victoria.

Los preparativos para el día V, día de la victoria definitiva, se aceleran.

Ante la proximidad de las tropas aliadas, el pueblo parisiense se insurreccionó abiertamente, levantó barricadas en las calles y presentó lucha a las tropas alemanas. Hechos de gran heroísmo se sucedieron en las calles de esta ciudad que por tanto tiempo soportara el rigor y las humillaciones de la ocupación.

Las fuerzas que estaban en los alrededores de París eran las estadounidenses al mando del general Patton; pero este jefe, obedeciendo órdenes superiores, esperó que llegaran regimientos franceses que combatían junto a los aliados y fueran ellos los que desfilaran primero victoriosos bajo el Arco del Triunfo. Comandados por el general Leclerc, los gaullistas -partidarios del general francés De Gaulle, jefe de la resistencia- llegaron así al centro de su capital el 25 de agosto de 1944, entre los vítores del pueblo.