Desde el Día "D" hasta el día "V". Acción de los comandos


Por cuatro años los rusos reclamaron un segundo frente. Cuando se inició la invasión de Italia, pareció que éste se concretaba, pero pronto el desarrollo de las operaciones y las insalvables murallas que significaban las montañas del norte de la península demostraron que allí no se podía combatir a los alemanes de la eficaz manera que se requería.

Francia era el lugar indicado. Cuando fuerzas de comandos británicos -soldados especialmente adiestrados para desembarcos y combates fulminantes- hicieron pie en Dieppe, en Normandía, pareció por un momento que el famoso día de la invasión al continente había llegado. Sin embargo, ésa sólo fue una prueba para conocer el valor de las defensas germanas y obrar en consecuencia.

Al iniciarse el año 1944, todo hacía prever que la apertura del segundo frente estaba cercana. En los comunicados oficiales de los aliados se hablaba de un día D, letra bajo la cual se escondía una fecha seguramente fijada por los comandos militares. Estos rumores, que muchos atribuían a la propaganda para afectar la moral alemana, cobraron visos de realidad al adoptar Gran Bretaña medidas de preinvasión. En la noche del 27 de abril la isla quedó virtualmente separada del mundo. Se prohibieron toda clase de viajes, se cortaron las comunicaciones comerciales y periodísticas con el resto de los países, y los representantes diplomáticos acreditados en Londres no pudieron salir de sus sedes ni enviar comunicación alguna. Sólo fue permitido el movimiento de los diplomáticos estadounidenses y rusos. A esto siguió una guerra de nervios con instrucciones propaladas por radiotelefonía a los países ocupados, indicando a la gente su comportamiento en el momento de la invasión. Se produjo así en el mundo un estado de tensión y expectativa que hacía imaginar toda suerte de proyectos relacionados con la invasión. Se opinaba que se realizaría por Noruega, por las costas de Francia que dan al canal de la Mancha, por el sur de Francia; pero lo cierto es que ninguna noticia oficial circulaba y sólo se hacían conjeturas.

Concordes con esa situación, los maquis franceses, nombre dado allí a los guerrilleros, acentuaron sus operaciones. Los alemanes esperaban con un millón de hombres la invasión a lo largo de la muralla del Atlántico.

El 10 de mayo las radioemisoras alemanas anuncian que la flota de invasión se concentra en puertos ingleses a 150 kilómetros de la costa francesa. El 6 de junio, sorpresivamente para el mundo, Eisenhower, el jefe de las fuerzas aliadas, anuncia que las operaciones del día D comenzaron con un desembarco entre El Havre y la península de Cherburgo. Al mando del general Montgomery se inicia el ataque por fuerzas integradas con británicos, canadienses y estadounidenses. La aviación aliada bate sin descanso las defensas germanas, el cielo está literalmente cubierto por aviones, cada metro cuadrado de terreno es saturado con explosivos, y tropas paracaidistas descienden para ocupar lugares que favorezcan los desembarcos. Sincrónicamente con estos movimientos, recrudece la ofensiva rusa. Alemania entra en desesperada lucha defensiva.