La gran muralla no ha defendido nunca a China


Considerada militarmente, la Gran Muralla tiene escasa importancia, a pesar de haberse invertido mucho trabajo en levantarla sobre las laderas de las montañas. No es una buena fortificación, ni mucho menos, como lo son las murallas construidas por los romanos en diferentes sitios de Europa. Y sin embargo, el formidable imperio fundado por estos últimos, con todo su gran arte militar, ha desaparecido, mientras la nación china, cuya civilización es anterior a la de aquéllos, continúa existiendo aún. El primer emperador que tuvieron los chinos llegó a tal categoría no por sus talentos militares, sino por haber canalizado el río Amarillo, con lo cual salvó de las inundaciones a las comarcas de la llanura próxima.

La Gran Muralla no ha defendido nunca a la China de un enemigo que hubiese pretendido conquistar todo su territorio, o la parte septentrional; únicamente ha escudado a los chinos de muchos bandidos que merodeaban por pueblos y ciudades, para volver con su botín a las montañas de donde habían iniciado sus incursiones.

La única puerta de la muralla entre las montañas y el mar se abre ante la ciudad de Shan-Hai-Koang, y por ella pasa la antigua carretera. Tres o cuatro kilómetros más adelante empieza un difícil trayecto que sube por la falda de la montaña. En él no hay tierra dentro de las paredes de la muralla, y la cavidad formada por ésta se halla erizada de hileras de peñascos, tan inclinados paralelamente al declive de la colina, que en algunas partes la gran mole parece que habría de derrumbarse, a no ser por las numerosas torres que se elevan sobre montones de rocas. La fábrica de ladrillo está en este punto muy deteriorada, y en sus grietas crecen lozanas mil plantas silvestres. Es imposible proseguir el camino sobre la montaña a lo largo de la plataforma de la muralla, pues a la mitad de la ascensión aquélla se interrumpe, al llegar a una enorme roca escarpada, en cuya alta cima se yergue una torre, para empezar nuevamente desde este bastión. Nada hubiese sido más fácil que tallar unas escaleras en el peñasco, pero como no se ha hecho tal cosa, no queda otro recurso que deshacer el camino recorrido durante un buen trayecto, hasta poder bajar de la muralla al suelo. Una vez allí, el único medio de efectuar la ascensión a la torre, es trepar por las escarpadas rocas.