La puerta de entrada de China: la ruta que siguió el ejército mancho al invadir el país


Durante esta difícil subida hay ocasión de observar el mar y la llanura, y cuando, finalmente, después de varias horas, se llega cerca de la muralla, y junto a la cima de la montaña, se ofrece a la vista uno de los más bellos panoramas de la Tierra. Alrededor, espantosa soledad de agrestes peñascos desnudos de toda vegetación; en cada pico imponentes torres que hablan de asaltos sangrientos; viejas atalayas, desde las cuales los antiguos chinos recorrían con zozobra los terrenos del Norte en acecho de los merodeadores tártaros. Más abajo, y a lo lejos, extendiéndose ampliamente en una gran llanura cubierta de plantas y cultivada como sólo los chinos saben hacerlo, se ven interminables y numerosas campiñas de diferentes tonos, que forman una especie de inmensa alfombra de los más variados colores. A lo lejos y a la derecha, junto a montículos rocosos designados con el nombre de Colinas del Loto, está la playa de Pei-Tai-Ho, conocida de todos los europeos que viven en China. A la orilla, esparcidas aquí y allá, se ven las casas rodeadas de jardines. A alguna distancia, hacia el frente, se abre la más importante puerta de entrada de China. Los manchúes, que gobernaron el extinguido imperio hasta principios de siglo, penetraron en el país rompiendo la muralla, a la cual llegaron por caminos desiertos que recorren las cercanías de Pekín. No obstante, no lograron su intento de entrar en la plaza fuerte de Shan-IIai-Koang hasta que el jefe chino, desconfiando de los suyos, se puso de parte de aquellos invasores. Hoy pasa humeando la locomotora por la misma ruta que siguió el ejército manchú.

La Gran Muralla tuerce luego en descenso por las laderas, recorre la llanura hacia el mar azulado que se ve a lo lejos.

La Gran Muralla China es un monumento que supone un trabajo inmenso; es la obra más gigantesca producida por el esfuerzo humano, pues sobrepasa en masa a cuanto se ha construido en fortificaciones. Comenzada, como hemos dicho, durante el reinado de Shi Hoang Ti (años 221 a 209 antes de J. C). para impedir la irrupción de las hordas nómadas, es, a pesar de su antigüedad, relativamente moderna en relación con las venerables pirámides de Gizeh y con las ruinas de los templos de Karnak y Luxor, en Egipto.