En Italia meridional se establece el reino de Sicilia


Mientras lo que acabamos de narrar ocurría en el norte y centro de Italia, los normandos fundaban un reino poderoso en Italia meridional: el de Sicilia, cuyo titulo soberano fue concedido por el papa Inocencio II a Rogerio II, coronado en Palermo. Poco después añadió a sus estados las ciudades de Nápoles, Amalfi y Gaeta. El reino de Sicilia alcanzó en poco tiempo el rango de gran potencia marítima y terrestre, cuyas florecientes ciudades brillaban con el esplendor de anticuas civilizaciones. Uno de los más esclarecidos sucesores de Rogerio II fue Federico II. quien aspiraba a realizar la unidad italiana en un gran reino peninsular, pero no lo pudo lograr. Cultivó las artes y las ciencias, se rodeó de sabios y filósofos, y fundó la Universidad de Nápoles. En los salones de su palacio se recitaron las primeras poesías escritas en lengua italiana. En la segunda mitad del siglo xiii el Papa ofreció la corona del reino de Sicilia al francés Carlos de Anjou. El emperador Conrado V, llamado también Conradino, disputó a Carlos la corona, mas fue vencido. La crueldad del de Anjou provocó una sangrienta reacción popular que ha pasado a la historia de los hechos terribles con el nombre de vísperas sicilianas. En esa ocasión fueron exterminados todos los franceses residentes en Sicilia, justamente en las vísperas del lunes de Pascua.

El trono de Sicilia fue posteriormente ocupado por los reyes de Aragón, y Pedro III incorporó la isla a la corona catalanoaragonesa. La monarquía española rigió allí hasta 1713, año en que, por el tratado de Utrecht, pasó al dominio del duque de Saboya.