El siglo XIV, llamado el de las guerras fraticidas


Después de la ejecución del emperador Conradino, el papa Bonifacio VIII celebró un jubileo, que fue una solemne manifestación de todo el mundo católico; pero la intención del Papa de consolidar la supremacía pontificia sobre todos los príncipes de la tierra, no triunfó. Uno de los monarcas que abiertamente hicieron oposición a tales pretensiones fue Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, quien, incluso, obligó al Papa a abandonar a Roma. Durante su ausencia, güelfos y gibelinos combatieron ardientemente. Los güelfos eran partidarios del pontífice. y los gibelinos, del monarca. En el curso de dichas contiendas sobresalió Nicolás Rienzi, quien, exaltado por el recuerdo de la grandeza de Roma, intentó restablecer la antigua República. Finalmente, a instancia de las personas más ilustres de aquel tiempo, entre ellos Petrarca y santa Catalina de Siena, el Papa se decidió a volver a Roma.