¿Puede desarrollarse y educarse la memoria?


La memoria, como las demás facultades del hombre, es susceptible de ser desarrollada. Naturalmente, desarrollar la memoria no significa que cualquier individuo pueda adquirir una retentiva prodigiosa gracias a una ejercitación adecuada, pero sí salvar muchos de los inconvenientes debidos al descuido con que en los sistemas educativos se suele tratar esta facultad. Es muy común encontrar niños que aprenden de memoria sus lecciones y las recitan de cabo a cabo. Este procedimiento debe ser evitado. El aprendizaje de memoria convierte al estudiante en un repetidor que nada comprende de lo que dice, pues como se atiene a los vocablos aprendidos, a su distribución en el texto, su entendimiento no desempeña ningún papel. Como por ello no pone ningún esfuerzo para coordinar el sentido de la exposición, ya que todo está en el texto automáticamente aprendido, olvida el contenido de la lección en cuanto olvidó las frases que la forman. Por otra parte, el estudio de memoria exige un esfuerzo de atención que casi siempre termina por ser dañoso a los estudiantes, dando lugar a enfermedades que, como el surmenage, pueden impedir por un tiempo, o en los casos graves para siempre, el trabajo mental.

Los psicólogos, es decir, los hombres especializados en psicología, han estudiado por medio de ingeniosos procedimientos el poder de retentiva de las personas, y han llegado a la conclusión de que si bien existe un término medio de memoria para las personas normales, no existen dos seres que la tengan desarrollada en el mismo grado. En unos priva la memoria auditiva y conservan todo aquello que se expresa por sonidos, otros tienen memoria visual, es decir, su memoria es muy apta para conservar lo que penetra por los ojos, otros retienen mejor los datos del olfato, o del gusto, y casi todos combinan una o dos de estas formas de memoria. Por supuesto, la memoria será más completa cuanto más armónicamente retenga lo que le brindan los sentidos.

Esta armonía es lo que la educación puede desarrollar, acostumbrando al individuo a retener no sólo aquellas excitaciones que le ofrece un sentido, sino las de los demás. Sin embargo, con ello no se salvan las diferencias múltiples que distinguen la memoria de los individuos. Como unos tienen la nariz larga, otros mediana y otros corta, así, naturalmente, la memoria puede ser escasa, regular y también hasta prodigiosa.