Una máquina viviente compuesta por millones de partes


El segundo efecto que en la combustión tiene lugar, es que el músculo se acorta; pero cómo lo hace y por qué lo hace con tanta rapidez, para volver al instante a presentar su longitud primitiva, resulta difícil de explicar. Toda máquina -y el músculo no es otra cosa que una máquina viva-, convierte en calor una parte de la energía que ha recibido, y otra parte de ella en trabajo. Cuanto menos calor y más trabajo produce, mejor es el funcionamiento de la máquina; porque la necesitamos para que produzca trabajo, no para que produzca calor. El músculo es, en este aspecto, muy superior a todas las máquinas que el hombre construye; y, por otra parte, el calor producido por el músculo se aprovecha tan bien, que los músculos que se ejercitan y alimentan como es debido, no sufren jamás desgaste.

Cuando examinamos, no el tendón de un músculo, sino su parte carnosa, vemos que está formada por millones y millones de células, que se han alargado hasta adquirir la forma de hilos o fibras hermosamente unidos entre sí, formando haces. El misterio de la contracción muscular se encierra en el protoplasma de las células o fibras musculares. En otro lugar hemos hablado ya del protoplasma. Los músculos que se insertan en el esqueleto difieren de los que contribuyen a formar, por ejemplo, las paredes del estómago. Los primeros, que son los que obedecen a los impulsos de la voluntad, presentan un aspecto estriado mirados con el microscopio; los otros, que actúan independientemente de todo impulso voluntario, no ofrecen semejante estructura estriada. Los músculos del primer grupo se llaman, pues, voluntarios o estriados; y los del segundo grupo, lisos o involuntarios.

Podemos seguir la formación de un músculo a partir de las células musculares, que en un principio son pequeñas y redondas. Cuando un músculo se ejercita, determinadas células que contiene, y que no se han desarrollado, se desarrollan o evolucionan hasta convertirse en fibras musculares. Cuando todas estas células de reserva han pasado a ser fibras musculares, el músculo no se desarrollará más por mucho que se ejercite. Diversas personas difieren muchísimo en el número de células, de las cuales pueden hacer fibras musculares mediante el ejercicio. Un individuo que jamás se haya preocupado de estas cuestiones, pudiera quizá tener una musculatura dos o tres veces más fuerte que otros que han hecho gimnasia durante gran parte de su vida.