Los grandes músculos, que prestan fuerza a nuestro brazo y de dónde la toman ellos a su vez


Cuando el bíceps u otro músculo cualquiera se contrae, esto es, actúa, su parte carnosa se acorta y se hincha, por lo cual los dos extremos del músculo se aproximan entre sí. No hay muchacho que no haya visto hincharse el cuerpo de su bíceps al doblar el codo, porque el bíceps es el gran músculo flexor del antebrazo. Ahora bien, cuando un músculo se contrae, desarrolla y hace un consumo de fuerza. Debemos, pues, investigar de dónde procede esa fuerza, porque sabemos ya que el músculo no puede crearla.

Todos los músculos reciben abundante caudal de sangre, que contribuye a darles el color rojo que presentan; si bien muchos de ellos tienen también una materia coloreante roja, que les es propia y que no se encuentra en la sangre. Y la sangre es la que procura a los músculos la energía que éstos desarrollan cuando obran; pues este líquido es el que les lleva las sustancias, cuya combustión desarrolla la referida energía, y de un modo especial el azúcar, que es el principal alimento muscular; la sangre es asimismo la encargada de llevar el oxígeno que para tal combustión se necesita. Esta combustión tiene dos efectos; uno de ellos puede comprenderse fácilmente, y otro es de más difícil interpretación. El primero de dichos efectos es la producción de calor. Por esta razón, la sangre que sale de los músculos es más caliente que la que entra en ellos. Fácil es comprender ahora por qué al correr o al saltar nos acaloramos.