El párpado que limpia el ojo y lo mantiene húmedo


Ahora podemos pasar al estudio de nuestros propios ojos y ver cómo están hechos. Justo es hacer mención de los párpados, porque existen por causa de los ojos, y éstos no podrían subsistir sin aquéllos.

A cada parpadeo -y a cada pocos segundos verificamos uno aun sin darnos cuenta-, el párpado superior lava la superficie anterior del globo del ojo, por medio de una lágrima, que procede de la glándula lagrimal y se extiende a lo largo de la superficie interna del párpado superior.

La glándula lagrimal está situada encima del globo del ojo, un poco hacia su lado externo. La lágrima, después de lavar y humedecer la porción anterior del globo del ojo, pasa por un orificio pequeño, situado en el extremo interno del párpado inferior, llegando a través del mismo a la nariz.

Los párpados están provistos de pestañas que ayudan a defender los ojos contra el polvo. Además de la protección ofrecida por las pestañas deben tenerse en cuenta las cejas, que impiden que el sudor de la frente corra hasta entrar en los ojos. Por fin, hemos de citar la magnífica estructura ósea del cráneo, que rodea al ojo procurándole admirable protección.