Debemos hacer trabajar a nuestros dientes para que no se debiliten


Sabemos que es muy raro que la caries eche a perder los dientes de los animales, y tampoco ignoramos que, entre los salvajes, la caries no hace más estragos que entre los animales. Pero con nuestros dientes pasa algo distinto, y en nuestro método de vida debe haber algo que nos explique el motivo. En primer lugar, y para empezar, diremos que los dientes de muchos de nosotros no están bien hechos; el esmalte es delgado y blando y no es lo bastante liso para resistir el desgaste tan bien como debiera. Quizá la causa de ello esté en que a muchos de nosotros no nos alimentaron bien en la infancia. Tal vez nuestras madres no pudieron alimentarnos y, en defecto de su leche, nos daban cosas que tenían por muy buenas, pero que realmente no lo eran. Las criaturas de pecho y los párvulos que pueden disponer a todas horas de una buena cantidad de leche fresca tienen, cuando son adultos, mejores dientes que los que se han criado en condiciones más desfavorables que ellos. Otra de las causas de la decadencia de los dientes es la clase de alimento que ingerimos cuando ya están formados. Los animales y los salvajes comen cosas fibrosas y muy duras, en tanto que muchos de nosotros para comer el pan lo despojamos antes de su corteza. Si no damos trabajo a nuestros dientes, estarán sujetos a debilitarse, pues, por una ley universal de las que rigen la vida de los seres, todo órgano que no funciona o cuyo trabajo hace otro por él se atrofia, es decir, que paulatinamente se vuelve débil e impotente.

Deberíamos cuidar de nuestros dientes no olvidándonos jamás de darles trabajo. No queremos decir con esto que hayamos de poner a prueba su fuerza con cosas tan resistentes como nueces o avellanas, pero tampoco hay por qué tener temor alguno de servirnos de ellos para masticar la comida, en vez de emplear el cuchillo con tanta frecuencia.