EL AIRE, EL FUEGO Y EL AGUA


Nos sorprendemos o maravillamos cuando nos descubren cosas que nos son desconocidas; sin embargo, como decía el sabio francés Pasteur, “todas las cosas son maravillosas”. En efecto, las más comunes, las que abundan alrededor de nosotros merecen tanta atención como aquellas que, por raras, parecen misteriosas al juicio común.

En la antigüedad los griegos creían que el mundo se componía exclusivamente de cuatro elementos, a saber: tierra, aire, fuego y agua; además suponían que estas sustancias no podían ser descompuestas en otras más simples. Hoy sabemos que esto no es cierto; a fin de comprender por qué estaban equivocados vamos a ocuparnos de cada uno de dichos compuestos sucesivamente.

Es muy probable que los griegos entendiesen algo muy distinto de lo que entendemos nosotros actualmente cuando decimos tierra, aire, fuego, agua. Así, por ejemplo, es sabido que consideraban como tierra a toda materia sólida, ya fueran metales o rocas, como así también productos de seres vivos, es decir, maderas, frutos, huesos, etc. Y no solamente esto, sino que hasta suponían que todos los seres vivientes estaban hechos de la sustancia terrestre; tanto que solían decir que la tierra era la madre de los seres vivos.

El error que cometían era debido a que desconocían lo que ahora sabemos, o sea que la tierra no es una sustancia única sino que consiste en una mezcla de muchos elementos diferentes en proporciones variables.