De cuántas maneras puede hallarse un objeto en reposo


Decimos que un cuerpo se halla en equilibrio estable, cuando se resiste a todo esfuerzo que se haga para cambiarlo de posición, y la recupera en cuanto cesa la causa que lo ha movido. Un vaso colocado en un armario se halla en equilibrio estable. Si lo inclinamos hasta cierto límite, se desviará notablemente de la posición vertical, pero volverá a ocuparla en cuanto lo soltemos; asimismo tendremos un caso de equilibrio verdaderamente estable, si colgamos un peso de un hilo, a pesar de que el más leve impulso bastará para imprimirle un balanceo. Pero el peso, como el vaso, volverá siempre a ocupar su posición primitiva.

Un huevo puesto de punta se halla en equilibrio inestable, pues si bien es posible que se sostenga un momento, la menor perturbación bastará para destruir el equilibrio, sin que vuelva a restablecerse. Lo que caracteriza, efectivamente, el equilibrio inestable es que la menor desviación basta para destruirlo.

Existe otra clase de equilibrio, ni inestable ni estable, llamado equilibrio indiferente. Una bola de billar colocada encima de una mesa es el mejor ejemplo de equilibrio indiferente. Si está quieta, o sea en reposo, se encuentra en una situación muy particular de equilibrio, puesto que si la desplazamos, rodará hasta quedar en una posición que sin ser la primera, por supuesto, resulta finalmente muy semejante.

Esto demuestra que su equilibrio no es estable, puesto que no tiende a volver a su posición primera, como el peso suspendido de un hilo; pero tampoco es inestable, puesto que al ser empujada se desplaza en determinado espacio, para detenerse luego y quedar en situación semejante a la que tenía originalmente.