Estilos u órdenes arquitectónicos: el dórico, el jónico y el corintio


Un arquitecto romano, Vitruvio, que vivió poco antes del nacimiento de Cristo, dejó un maravilloso libro sobre arquitectura griega en el cual clasifica los estilos u órdenes arquitectónicos de acuerdo con las características de sus columnas, que toman el nombre de los lugares donde fueron empleadas por primera vez. Para ello consideró sus partes fundamentales: base, fuste y capitel, con lo que pudo establecer tres órdenes, a saber: dórico, jónico y corintio. Los estilos genuinamente clásicos fueron los dos primeros; el corintio, en cambio, sólo apareció cuando Grecia pasó a depender de la dominación romana: se trata de un estilo híbrido de evolución posterior, recargado de adornos, y que tuvo mucho auge posteriormente entre los romanos.

El estilo dórico ha sido considerado como prototipo de la esencia rítmica de la arquitectura clásica griega. Su belleza radica en la extrema sencillez y en la perfección de sus proporciones. La columna dórica no tiene base, y su fuste, acanalado o estriado, emerge directamente del suelo y remata en un capitel sobrio, en forma de plancha rectangular. Sus creadores fueron los dorios, gente grave, activa y robusta, de costumbres rígidas y religión solemne. Contrastó grandemente con el de los jonios, manifestado a través de costumbres fáciles y elegantes que, al reflejarse también en la arquitectura, originaron el estilo jónico. La columna de este orden, cuyo fuste es acanalado, tiene una altura que equivale a nueve veces su diámetro; en la columna dórica, en cambio, sólo alcanza cinco veces el mismo. El capitel jónico, más elegante, remata en forma de dos volutas o cuernos de carnero. ¡Se desarrolló primeramente en Asia Menor y de allí pasó al Ática. El orden corintio, como se ha dicho, fue muy ¡posterior y puede ser considerado como una transformación del jónico. La diferencia fundamental la encontramos en el capitel, que remata en forma de cesta con hojas de acanto y racimos. Fue poco empleado por los clásicos griegos, pero fuera de Grecia, durante el período helenístico, alcanzó gran difusión, especialmente en Italia, donde logró proporciones a que jamás habrían osado llegar los griegos.

Sintetizando, podemos decir que el estilo dórico, que representa la fuerza masculina, y el estilo jónico, que simboliza la elegancia femenina, generaron los demás estilos que se usan hasta nuestros días, mientras que en Grecia tuvieron dos variantes dignas de señalar: el dórico admitió el reemplazo de sus columnas por figuras humanas masculinas, en proporciones y actitudes que recuerdan las de Atlas, de donde tomaron el nombre de atlantes, y el jónico reemplazó a veces las suyas con estatuas femeninas que recuerdan las mujeres de Caria, región de Asia Menor sometida por Grecia, razón por la cual tomaron el nombre de cariátides.

En el orden dórico, sobre el capitel de las columnas corre una plancha lisa de mármol llamada arquitrabe, y por encima un friso, ricamente decorado con placas esculpidas, las metopas, que alternan con partes salientes, los triglifos. Todo este coronamiento, llamado entablamento, remata en una cornisa saliente, sobre la que descansa el gran frontón triangular que a su vez está decorado con un gran relieve de conjunto. El ápice y los extremos del frontón terminan en figuras decorativas, las acroteras, debajo de las cuales suele haber una especie de gárgola, en forma de quimera, para recoger y verter lejos de los muros las aguas pluviales.

En el orden jónico el friso corre sobre el arquitrabe sin la subdivisión en metopas y triglifos.

En cuanto a las cornisas, lisas en el dórico, están ricamente decoradas en el jónico y en el corintio.