Breve historia del violín: no hay acuerdo respecto a su origen


Los orígenes del violín son muy remotos; italianos y alemanes se disputan el honor de prioridad con respecto a la invención; lo cierto es que los primeros instrumentos de cuerda y arco debieron de entrar en Europa por dos caminos opuestos: por el Sur, con la invasión árabe-africana a España, y por el Norte, con las hordas bárbaras de Atila. Con todo, el origen común del violín debe ser buscado en Asia, donde los antiguos hindúes usaban el ravanastrón y la vina, instrumentos de cuerdas con una calabaza como caja de resonancia. De la vina hindú derivó el urheen chino, que aún hoy encontramos entre los sacerdotes budistas y en el que aparecen ya los elementos de un violín moderno: caja sonora, mástil, clavijas, cuerdas de tripa y arco. Una variante suya fue el omerti, que dio origen luego al kemanqué persa, el cual fue introducido en Europa por los árabes con el nombre de rebab, conocido en España como rabé o rabel y en Francia como rebec.

Algunos autores afirman que el violín tuvo su origen en la Zira griega, a la cual se habría aplicado un arco, y otros en el monocordio, de una sola cuerda, usado durante todo el medievo para la música sacra. Finalmente, hay quienes afirman también que deriva del crowth inglés. Lo cierto es que en el siglo xii y en el xiii aparece en Europa, en manos de trovadores y troveros, un instrumento bastante perfeccionado que responde al nombre de vielle, emparentado con la familia de las violas. Desde ese momento la evolución del violín, como la del piano, quedó en manos de verdaderas dinastías de artesanos, llamadas luthiers, por dedicarse a la luthería o fabricación de instrumentos de cuerda.

A partir del siglo xv trabajan con igual intensidad, en Italia y en el Tirol alemán, artífices de la luthería. Uno de los primeros nombres que aparecen documentados es el de Gaspar di Salo (1560-1610), a quien durante mucho tiempo se le atribuyó la invención del violín; últimamente se halló un instrumento de Peregrino Zanetto, más antiguo que los de aquél en Montechiari, cerca de Brescia, en Italia, que data de 1522, tal como se puede comprobar en una inscripción en latín del mismo instrumento, redactada así: Peregrino Zanetto, Fescit in Brescia, 1522.

El prestigio de las escuelas de luthería fue acrecentándose cada vez más, y entre las más famosas se caen-tan las de Cremona y el Tirol. La primera, con nombres tan ilustres como los de Juan Pablo Maggini, Antonio Amati, que inaugura una verdadera dinastía; los hermanos Ruggíeri y Guarnerius, y sobre todo, Stradivarius, con quien la fabricación de violines llega a su punto culminante. La escuela alemana del Tirol llegó a su apogeo con Jacobo Steiner (1621-1683) y los hermanos Klotz, Matías y Sebastián, discípulos de Amati.

Quien posea hoy un Amati, un Guarnerius o un Stradivarius posee una verdadera fortuna. Paganini, el concertista más maravilloso que el mundo conoció en el arte del violín, usaba uno de esos famosos instrumentos.