La escultura durante el siglo de Pericles, se consagra Fidias


En el capítulo anterior vimos cómo evolucionó el concepto de la escultura en Grecia, destacando las particularidades del llamado período arcaico, en que la escultura, rígida aún -lo que denuncia la influencia oriental-, sufrió un cambio notable con los artistas de la escuela de Quios que pasaron luego a Atenas, donde fueron imitados por los del lugar. La alada Victoria de uno de ellos, Arqueónos, conocida con el nombre de Niké de Délos, que se conserva en el museo de-Atenas, señala el principio de la liberación que encontrará luego su máxima expresión en los tres grandes escultores del siglo de Pericles: Fidias, Mirón y Policleto. Las figuras se vuelven más humanas y sus movimientos se tornan cada vez más sueltos, 3 o que les hace perder el estatismo del período anterior.

La obra de estos tres grandes escultores ha llegado en forma fragmentaria hasta nosotros; sin embargo, la detallada descripción de autores como Plinio y Pausanias nos permite hablar de ellos como verdaderos genios de la escultura universal.

Dos son las tendencias que se hermanan en este período: la del Peloponeso y la del Ática. La fusión de las escuelas dóricas del Peloponeso, como las de Argos, Olimpia y Sicione, con las escuelas jónicas del Ática, produjo el arte inestimable de estos exponentes del siglo v antes de Cristo.

Las escuelas dóricas sufrieron la influencia de las características de la vida cotidiana del Peloponeso, que se había centralizado en las Olimpiadas, torneos nacionales que se celebraban cada cuatro años. Para ellos el ideal de belleza masculina era el atleta que poseía un cuerpo tan fuerte como armónico, que le permitiera someterse a las pruebas más arduas de los juegos olímpicos: carrera, lucha libre, lanzamiento de disco y jabalina, y otras confrontaciones similares. Cuando un atleta se había consagrado vencedor tres veces consecutivas, su cuerpo era representado en bronce para perpetuar su nombre y su fama. Todo ello favoreció el desarrollo de la escultura, cuyos artistas tenían constantemente a su alcance los modelos que querían reproducir.

Frente a estas características de la escuela dórica, se destacan las de la escuela jónica, que reprodujo en su estatuaria no sólo la belleza física de sus modelos sino también sus distintos estados de ánimo: la tristeza, la alegría, la felicidad o el dolor. De la fusión de lo espiritual de una con lo material de la otra, surgieron las. obras clásicas de la edad de oro.

En: general puede afirmarse que la estatuaria griega persiguió un ideal de belleza y no la reproducción fiel de los respectivos modelos.