El Veronés, el último de los pintores de la escuela veneciana


Verona era una dependencia de Venecia. Desde tiempo muy remoto funcionaba allí una pequeña escuela de artistas que llegó a ejercer gran influencia en las ciudades vecinas. Pablo Caliari, el Veronés, discípulo de Brusascorci, fue uno de los que se forjaron en ese movimiento local. Su obra se distingue por la frescura y la serenidad, aunque, como en los cuadros de la escuela veneciana, hay un fuerte predominio de la luz y el color. Como Italia estaba entonces bajo el dominio de España, la obra del Veronés refleja algo del ceremonial y la vestimenta de ese país.

Pablo Veronés, el último de los pintores de la escuela veneciana, nació en 1528, en Verona, pero desde 1555 residió en Venecia, donde murió en 1588. Aunque su estilo es el veneciano, recibió influencias de pintores italianos de otras escuelas, lo que dio a su producción mayor severidad, más gracia de expresión y mayor facilidad de movimiento.

Fue más pintor de palacios que de iglesias, no obstante lo cual abordó temas religiosos. Sus asuntos preferidos fueron escenas espléndidas, de gran extensión y lujo, tanto que hasta se llegó a decir que con una sola de sus obras, una simple buhardilla se convertiría en una gran mansión. Era un trabajador incansable, aunque de índole muy distinta a la del Tintoretto, a quien acabamos de referirnos.

Uno de sus cuadros más famosos se encuentra en el Louvre; se trata de Las bodas de Cana, donde se pueden ver más de ciento cincuenta personajes reales que vivían en Venecia, lo que da a esta obra un imponderable valor histórico.

Alguien ha dicho que con la muerte de Pablo Veronés se puso el sol del arte en Venecia; pero el esplendor que dejó iluminó al mundo por más de tres siglos y encendió el entusiasmo de todos aquellos que abrevaron en sus fuentes.

Mientras la gloria y el fulgor de la vieja república marinera, que durante centurias fue la intermediaria entre Oriente y Occidente, se fueron extinguiendo debido a la apertura de otras rutas y al surgimiento de nuevas potencias, la fama y la gloria del arte veneciano se acrecentaron y seguirán brillando con el mismo esplendor por los siglos de los siglos.