Grandes construcciones destruidas por los conquistadores


Por algunos restos sabemos que los palacios ocupaban el centro de la ciudad y eran muy vastos. Las casas eran de aparejo de piedra o de adobe. La ciudad toda estaba fortificada y los templos se alzaban sobre una piramide cuadrangular, orientados los vértices a los cuatro puntos cardinales. Los templos de Xochicalco y de Tepoztlán son dos ejemplos de la arquitectura religiosa azteca. En arquitectura civil, destácase el palacio del rey Netzahualcóyotl, construido en Texcoco; tenía más de un kilómetro de largo por 800 metros de ancho, y más de 300 ambientes rodeados por magníficos jardines.

Cerca de México se levantaba la ciudad santa de Teotihuacán, centro religioso y panteón nacional de los tol-tecas, y, después, de los aztecas. Aquí erigieron importantes monumentos que todavía se pueden admirar, junto a las pirámides del Sol y de la Luna: el templo de Quetzalcóatl, el templo de la Rana, etcétera. Eran construcciones grandiosas, fuertes y elegantes, decoradas con relieves y frescos, y organizadas, desde el punto de vista urbanístico, por medio de avenidas, escaleras, terrazas y . terraplenes.

En la zona de Veracruz se puede ver casi completo el templo mayor de El Tajín, y en el fondo del valle de Oaxaca se levantan cuatro palacios monumentales bien conservados, que se alzaron en Mictlán, «lugar del eterno reposo», la ciudad que se consideró sepulcro de reyes y sumos sacerdotes zapotecas. Los totonecas fueron diestros ceramistas; son famosas sus «cabezas sonrientes», modeladas con tanta perfección, que recuerdan a la «sonrisa arcaica» de las obras  griegas primitivas.