La dictadura de Porfirio Díaz: Tres décadas de poder personal


Después del fusilamiento de Maximiliano, continuó en la presidencia don Benito Juárez. No obstante la difícil situación económica de la nación, se activó en México el movimiento industrial, la construcción de vías férreas, se instaló el telégrafo y se establecieron las bases para la enseñanza laica. En el orden cultural se formó un grupo de ardientes defensores de las doctrinas que guiaban al partido liberal, cuyo esfuerzo trajo, no solamente el clima propicio para que se desenvolviera una conciencia política nacional, sino que también dio animación a las letras, al arte y a la ciencia. En ese grupo se destacaron por su brillantez Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez El Nigromante, Miguel Lerdo de Tejada y Ponciano Arriaga.

Muerto Juárez en 1872, ocupó la presidencia Sebastián Lerdo de Tejada, y al concluir su período, se hizo cargo de la primera magistratura don Porfirio Díaz. A través de sucesivas reelecciones gobernó el país desde 1877 hasta mayo de 1911, con excepción de un período de cuatro años (1880-1884) en que gobernó Manuel González. El general Díaz, que durante la invasión francesa había tenido una heroica actuación defendiendo la integridad nacional y que en 1871, a raíz de la reelección de Benito Juárez, se había levantado en armas para restablecer “los más altos principios de la democracia”, violó tales principios con su vicio reeleccionario y provocó el estallido de la revolución de 1910. Sin embargo, durante su prolongada estancia en el poder, pudo desarrollar una obra de mejoramiento, tanto en el aspecto material como cultural.

La agricultura recibió un impulso considerable, mejoraron los servicios públicos y la industria experimentó un gran desenvolvimiento con las inversiones de capital extranjero. Se estableció y fomentó la fabricación de hilados y tejidos, la construcción de ferrocarriles, la explotación minera, petrolera y metalúrgica y la fundación de instituciones de crédito.

Un gran florecimiento intelectual hubo en los últimos años del siglo xix y principios del xx. En el campo de la educación ocuparon lugar preferente insignes mexicanos como don Justo Sierra y don Gabino Barreda, creador de la Escuela Nacional Preparatoria, e historiadores como Vicente Riva Palacio. En el campo literario, brillaron los novelistas José López Portillo y Federico Gamboa, los poetas como Manuel Gutiérrez Nájera y Salvador Díaz Mirón, iniciadores del modernismo; Manuel José Othón, Amado Nervo, Luis G. Urbina, Enrique González Martínez y Juan de Dios Peza, el poeta del hogar. Como escritores de obras filosóficas y científicas sobresalieron García Icazbalceta, Orozco y Berra y Antonio Caso. Entre los artistas, Saturnino Herrén, Ángel Zárraga y el compositor Manuel M. Ponce.

No obstante la aparente paz y progreso de la nación, la ciudadanía protestó ante la imposición de un gobierno que se perpetuaba indefinidamente, y en 1910, con motivo de la sexta reelección de Porfirio Díaz, estalló una revolución contra la dictadura encabezada por Francisco I. Madero. El movimiento se inició en Puebla al aprobarse el Plan de San Luis que pedía el sufragio efectivo y no reelección. Presionado por la insurrección, Porfirio Díaz renunció y abandonó el país refugiándose en Europa, donde murió cuatro años después, en 1915.