Enviado de Napoleón y de la junta de Sevilla. Destitución de Elío por Liniers


Tanto Napoleón como la Junta de Sevilla comprendieron la necesidad de enviar a América comisionados que trabajaran por el reconocimiento de la autoridad que cada uno de ellos pretendía.

Napoleón envió al Río de la Plata al marqués de Sassenay, quien llegó a Montevideo, de paso para Buenos Aires, el 10 de agosto de 1808.

Sassenay ocultó a Elío el objeto de su llegada, y siguió para la capital del Virreinato, en la que fue recibida su presencia con desagrado y alarma de los españoles. Liniers, cediendo a la presión de la Audiencia y del Cabildo, a los que tomó parecer, ordenó a Sassenay que se embarcase inmediatamente para Europa, y publicó un manifiesto destinado a disipar las desconfianzas.

De vuelta Sassenay en Montevideo, donde debía tomar la embarcación que lo llevara a Europa, el gobernador Elío se apoderó de él y lo encarceló, actitud que importaba ya resuelta desobediencia para con Liniers, a quien dirigió, al mismo tiempo, una violenta comunicación, en la que le echaba en cara la vaguedad de los términos de su manifiesto y le invitaba a renunciar el mando.

Contribuyó a decidir a Elío a esos extremos el hecho de que el mismo día del arribo de Sassenay, 19 de agosto, había desembarcado en Montevideo el brigadier don José Manuel Goyeneche, enviado por la Junta de Sevilla para inducir a estas colonias a reconocer su autoridad.

La nota conminatoria de Elío a Liniers y su proceder con Sassenay eran actos de insubordinación que el virrey no podía resolver de otro modo que con la destitución del gobernador. Así lo hizo, en efecto, y nombró en su reemplazo al capitán de navío don Juan Ángel Michelena, quien el 20 de setiembre llegó a Montevideo con miras de que se le diese posesión de su puesto.