Adhesión de Artigas a la revolución. El grito de Asencio


Todo induce a creer que el propósito de adherirse a la revolución trabajaba desde hacía tiempo en el ánimo de Artigas y que sólo esperaba la ocasión propicia para manifestarse. Brindóle esta ocasión una disputa que sobrevino entre él y el jefe realista Muesas, y de cuyas resultas aquél fue encarcelado. Pero Artigas se fugó de la prisión, marchó de Colonia a Buenos Aires y ofreció a la Junta revolucionaria sus servicios para levantar las campañas de la Banda Oriental. Aceptó aquélla el ofrecimiento, le confirió el grado de teniente coronel y le proporcionó alguna escolta y recursos con que iniciar la insurrección, a cuyo efecto salió Artigas de Buenos Aires, desembarcó en la Calera de las Huérfanas, el 9 de abril de 1811, y se internó en territorio oriental, con rumbo a la villa de Mercedes.

Para ese entonces, ya había estallado la insurrección que él venía a provocar. El 28 de febrero, un español, Venancio Benavides, y un brasileño, Pedro José Viera, que disponían de algún prestigio sobre el vecindario de Asencio, en Soriano, encabezaron el alzamiento de los gauchos de esta localidad. El comandante de milicias don Ramón Fernández se les incorpora con sus fuerzas, y la villa de Mercedes cae en poder de los insurrectos. Movimientos semejantes se producen, al cabo de pocos días, en Maldonado, en Canelones, en Durazno, en Tacuarembó, en Cerro Largo, en las Misiones... Toda la campaña oriental arde en el fuego revolucionario, y dirigiendo los grupos que propagan ese fuego aparecen Lavalleja, Manuel Francisco Artigas, Joaquín Suárez y otros patriotas que habían de ilustrar su nombre en la historia uruguaya.