La obtención del gas de hulla, llamado el gas del alumbrado


Los principales gases combustibles artificiales son los siguientes: de hulla, de petróleo, de agua, de leña y acetileno. De estos gases, el de hulla y el de agua son los dos más importantes y de uso más común.

El gas de hulla se suele preparar partiendo del carbón de piedra bituminoso. Supongamos que nos hallamos en una fábrica de gas a la que acaba de llegar, en grandes barcazas, en vagones de largos trenes de carga o en una numerosa flota de camiones, un cargamento de miles de toneladas de carbón mineral. Poderosas manazas de acero, recias y ganchudas, lo extraen de las barcazas, vagones o camiones para dejarlo caer sobre cintas transportadoras que lo llevan hasta los depósitos, desde donde, también automáticamente, es conducido a las tolvas de grandes quebrantadores eléctricos que lo reducen a pequeños fragmentos. De aquí pasa, transportado por grandes correas sin fin, a los cargadores que lo proyectan dentro de las retortas de material refractario, las cuales se mantienen calentadas al rojo vivo mediante combustible aplicado al fondo.

Cargada la retorta, se cierra herméticamente. La única salida que queda es una cañería ascendente que llega hasta la tubería colectora. El carbón triturado que se encuentra en el interior se funde, por estar a una temperatura que oscila entre los 1.200° y los 1.300° C, y se inicia el desprendimiento de gases y líquidos volatilizados, mientras en el fondo queda un residuo sólido y esponjoso, el carbón de coque, y en las paredes superiores se deposita, en forma muy compacta, el llamado carbón de retorta.

El gas así obtenido es una mezcla compuesta, principalmente, por hidrógeno, monóxido de carbono, nitrógeno, alquitrán, amoniaco, ácido sulfhídrico-y vapor de agua. Estas impurezas deben ser eliminadas para que el gas arda con llama inodora y sin humo.

El alquitrán es separado por medio de un extractor. A continuación, el gas pasa por un depurador lleno de agua, que le absorbe el amoniaco. Luego, atraviesa los purificadores, grandes recipientes de acero que contienen óxido de hierro, en los cuales queda el ácido sulfhídrico.