Una tarea en verdad fascinante: la construcción de un gran puente


La construcción de un gran puente destinado a unir elegantemente las márgenes de un río caudaloso es una tarea fascinante que se inicia con la erección de los pilares o basamentos sobre los que ha de descansar. Cuando estas fábricas están en tierra firme, su construcción no ofrece dificultades, pero cuando deben estar bajo el nivel de las aguas es necesario emplear métodos especiales. Uno de ellos consiste en la utilización de diques o represas encofradas en los sitios en que han de levantarse los monolitos o pilastras para el anclaje. Para ello se aisla por medio de un conjunto de planchas de madera o de hierro el lugar elegido, se bombea el agua, se realiza la excavación y se levanta el monolito.

Cuando la profundidad es considerable se utiliza una cámara neumática, y el trabajo se realiza con toda seguridad, tal como puede verse en las ilustraciones que en este mismo artículo se refieren a la construcción del puente Forth.

Mientras los ingenieros estadounidenses se inclinaron a construir sus puentes de acero y hierro, los europeos emprendieron su construcción con hormigón armado, material en el que aparecen, acertadamente combinados, el cemento y el hierro.

En Alemania, España, Francia, Italia y otros países europeos se levantan espléndidas estructuras de cemento armado que, por su grandiosidad, son comparables a las más modernas de hierro. Las dos mayores que existen en la actualidad en Europa son las que corresponden a los puentes de Sandó, en Suecia, con 264 metros de luz, y el viaducto sobre el río Esla, en España, con 210 metros.

Siguiendo este ejemplo, los ingenieros estadounidenses han construido el puente más largo del mundo, todo él de cemento armado; es la carretera de tránsito ligero que une, por sobre el lago Pontchartrain, las ciudades de Nueva Orleans y Mandeville. Inaugurada en 1956, mide más de 38 kilómetros de longitud.