Una importante reforma: la aplicaciĆ³n del arco ojival


La invasión de los bárbaros destruyó gran número de estas construcciones, y durante mucho tiempo los pueblos civilizados no pudieron pensar en nuevas obras de esta especie. Cuando, restablecida la calma, pudieron los pueblos rehacerse, empezaron a reconstruirse los antiguos puentes y a levantarse otros nuevos. Durante los siglos xii y xiii se advierte particular actividad en estas construcciones.

El primer puente de piedra levantado sobre el río Támesis, en Inglaterra, se terminó a fines del siglo xiii. Tenía una galería cubierta, de madera, y había en ella tiendas del mismo material, alineadas a ambos lados, como en una calle. Estas construcciones, fácil pasto de las llamas, fueron muchas veces destruidas por voraces incendios. En 1576 fue reparado y ensanchado con la desaparición definitiva de tan feos y peligrosos aditamentos, y a fines del siglo xix fue reemplazado por uno nuevo, el famoso puente de la Torre de Londres, cuya historia y celebridad superan a todos los que en la actualidad tiene la capital del Imperio Británico. Mide más de 265 metros de largo, y cuando han de pasar por debajo de él buques demasiado altos, álzase la calzada, dividiéndose por la mitad y abriéndose a la manera de una gran puerta de dos hojas cuyos goznes estuvieran fijos en los dos extremos lo que amplía su luz.

En Francia existe un puente medieval muy pintoresco, en las inmediaciones de Tours, con una estructura ornamental de siete arcos. No menos atractivo es el que en Dresde, Alemania, atraviesa el río Elba con sus 13 arcos semicirculares.

Entre las numerosas construcciones artísticas que se erigieron en Italia durante la Edad Media, es digno de mención el famoso puente Viejo de Florencia, edificado en el año 1177 y que, reconstruido en 1362, se encuentra todavía en uso.

Poco después se introdujo una importante reforma en algunas construcciones de esta clase. En varios países se había hecho casi corriente construir los arcos muy altos, de manera que el camino que sobre ellos pasaba formaba dos pronunciadas pendientes, cuyo límite de división correspondía al centro del arco. Este inconveniente se obvió construyendo, no arcos de medio punto, es decir, como la mitad de un círculo, sino como la mitad de un huevo partido lateralmente, esto es, ojivales, más o menos rebajados.

Todavía se yerguen en muchos puntos de Europa puentes antiquísimos, algunos de ellos de un solo ojo, a la usanza antigua. Es célebre entre ellos el de Pontypridd, en Inglaterra. El primero que allí se hizo constaba de tres ojos; pero, como lo barrió la corriente, se tendió en su lugar otro de un solo arco, que tampoco tardó en caer. Discurrieron entonces los ingenieros sobre la causa de esta catástrofe y encontraron que había sido motivada por hallarse falto de peso en el centro. Se construyó entonces un tercero, que subsiste aún después de haber prestado servicios durante más de 150 años.


Pagina anterior: LOS PUENTES
Pagina siguiente: El hierro reemplaza a la piedra y a la madera