Los grandes tubos de hierro por cuyo interior el tren pasa sobre el agua


El primer gran puente de hierro forjado fue el de Britannia, que cruza el estrecho de Menai, en el norte de Gales. Su constructor hizo un enorme tubo de hierro, capaz de dar paso en su interior a un tren. Para aumentar su fuerza, en lugar de hacer las paredes uniformemente macizas en todos sus lados, dio forma tubular a las paredes correspondientes al techo y al fondo de dicho tubo, con lo cual resultaron mucho más resistentes a la fuerza de tracción.

Este tubo está tendido sobre enormes columnas de sólida mampostería; una de ellas se levanta en una isla, a mitad del camino que recorre el puente sobre el agua, y las otras dos en los extremos, una a cada lado del estrecho. Como los buques pasaban constantemente, era imposible levantar grandes andamiajes por medio de los cuales pudiera erigirse la gran obra de hierro. Ante estas dificultades, dividióse la construcción del tubo en dos mitades, aproximadamente de 500 metros cada una, las cuales, subdivididas en cuatro secciones, se fabricaron en la costa. Cuando estuvieron enteramente terminadas, se procedió a su colocación, para lo cual se utilizaron varias barcas que las transportaron hasta las torres destinadas a servir de apoyo al puente. Al paso que bajó la marea, fueron sumergiéndose las barcas, y los tubos, cada uno de los cuales pesaba 5.000 toneladas, quedaron descansando en unas ranuras previamente abiertas para este objeto en la obra de mampostería. Ya en esta posición, las enormes masas de hierro no tardaron en ser levantadas a la altura de 35 metros sobre el nivel del agua, trabajo que se hizo por medio de potentes máquinas.