El lenguaje de los árboles y el de las flores


Las creencias populares han supuesto un espíritu viviente en las plantas y en las flores, asignándoles asimismo un lenguaje, las más de las veces misterioso y emblemático, pero que puede entenderse simbólicamente.

Las plantas y las hojas que susurran agitadas por el viento que silba a través de los bosques, producen cada cual su nota, su voz, su frase, en una especie de concierto vegetal, del que la poesía popular ha hecho un lenguaje, conforme al cual los árboles y las hojas tienen un don profético, tal como ocurría con la encina parlante de Dodona, antigua ciudad del Epiro, en Grecia, que era uno de los más afamados oráculos del dios Zeus.

Virgilio hace hablar al cerezo silvestre de Polidoro; Locenio, autor del siglo xvii, habla de un enebro que se indigna y grita cuando el leñador se dispone a talarlo. En las consejas italianas se habla de cañas que crecieron sobre la tumba de un joven asesinado y, convirtiéndose en flautas mágicas, denuncian al asesino. En el libro de Sidrach se menciona una planta prodigiosa que posee la virtud de hacer hablar. Es posible que se trate de la vid, de cuyo fruto se hace el vino que excita y da locuacidad, y de aquí el proverbio latino: in vino veritas, es decir, en el vino se halla la verdad, esto es: el vino desata la lengua. En una canción popular y en varios romances se habla de una flor que brota sobre la sepultura de una joven que murió de amor y cuya muerte ella revela cantando. Diversas plantas son, en supuestos parecidos, intérpretes o emblemas de varios sentimientos o cualidades: el laurel significa gloria o victoria; el olivo, paz; el roble, fortaleza; la ortiga, crueldad; la albahaca, odio, etcétera.

Cosa semejante ocurre con las flores, y así la azucena simboliza pureza; el azahar, virginidad; la dalia, amistad; la violeta, modestia; la amapola, consuelo; la rosa, amor; la anémona, perseverancia; la begonia, cordialidad; la campánula, coquetería; la camelia, arrogancia; la gardenia, sinceridad; el girasol, constancia; la glicina, cariño; la hortensia, capricho; la lila, amistad; la magnolia, fuerza; la magarita, confianza; el nenúfar, indiferencia, etcétera.

Los colores y los perfumes dan el grado de dichos sentimientos. Así, las flores de perfumes penetrantes y colores vivos y brillantes tienen la significación más ardiente, y las de perfumes apagados y colores pálidos representan sentimientos más débiles.