Los aviones sin hélice sobrepasan la barrera del sonido


Cuando se construyeron los primeros aviones cohetes y de retropropulsión, comenzaron a realizarse proezas que desorientaron las concepciones más optimistas, pues a pesar de que se habían conseguido velocidades superiores a los mil kilómetros por hora, los aviones parecían condenados a parar delante de lo que en lenguaje técnico se llama barrera del sonido, esto es, la velocidad del sonido: 1.200 kilómetros por hora, en las inmediaciones de la cual se producían fenómenos inesperados.

Fue en el año 1946 cuando el hombre comenzó a aproximarse a esa velocidad, en vuelo horizontal, merced al gran desenvolvimiento del sistema de retropropulsión. Luego de iniciada la guerra de Corea tornóse evidente que los aviones movidos por hélices habían llegado al límite de su eficiencia. Fue entonces cuando los beligerantes comenzaron a prestar toda su atención a otros sistemas de propulsión, con el fin de alcanzar mayor velocidad y más potencia.

Superar la velocidad aparente del sol, volando de París a Nueva York, o de Cape Town a Buenos Aires, podría ser una realidad dentro de poco: un avión dejaría a París a las nueve de la mañana, hora local, y llegaría a Nueva York antes de que los relojes de allí marcaran la misma hora. Los records se suceden de manera tan sorprendente que ello podría realizarse dentro de poco tiempo. Ya existen aviones cohetes que han sobrepasado los 3.500 kilómetros por hora, volando a más de 30.000 metros de altura.