La influencia de la guerra en la velocidad de los aviones


Antes de la segunda Guerra Mundial, los aviones de transporte volaban a velocidades poco mayores de 280 kilómetros por hora. Pero las exigencias de la guerra llevaron a las naciones a planear y construir aviones militares cada vez más veloces. Las líneas de los aeroplanos tornáronse más aerodinámicas, se perfeccionaron los motores y se consiguieron combustibles cada vez más potentes, de modo que en cinco años los aviones alcanzaron velocidades que nadie habría osado admitir como posibles.

Al terminar la guerra, se volaba y combatía a cerca de 650 kilómetros por hora, sin que el aumento de la velocidad significara sacrificar el porte de los aviones.

Cuando se restableció la paz, los aviones militares comenzaron a ser transformados para el transporte de cargas y pasajeros, sustituyéndose el espacio destinado para la carga de guerra y el transporte de tropas por cómodos salones para pasajeros.

Todos estos aviones vuelan con mayor velocidad y con mayor autonomía y más económicamente que sus predecesores. No es posible prever las velocidades del futuro; baste decir que hasta el día en que se diseñaron aviones sin hélice éstos no habrían podido superar los 740 kilómetros por hora.