Cómo las diferentes clases de carbón representan a otros tantos pasos en la formación de este mineral


Por lo anteriormente expuesto, vemos que el carbón mineral o fósil es un producto que resulta de la transformación natural de restos vegetales, principalmente leñosos. Estos vegetales vieron facilitado su desarrollo pollas condiciones reinantes en aquella época: alta temperatura, intensa humedad del ambiente y gran cantidad de gas carbónico en la atmósfera.

El mecanismo de la carbonización exigió muchísimo tiempo, y en él desempeñaron un papel decisivo las elevadas temperaturas y presiones, y también, probablemente, la acción de microorganismos.

Hay diferentes clases de carbón que representan distintas etapas en la transformación de un vegetal en un mineral, pero el carbono es el elemento fundamental en todas ellas, si bien aparece unido a cantidades variables de nitrógeno, hidrógeno, oxígeno y otros elementos químicos. La proporción de carbono que contiene un carbón es tanto mayor cuanto mayores han sido la presión y el calor a que ha estado sometida la masa vegetal durante el largo proceso.

La mayoría de los expertos opina que la turba no es verdadero carbón, sino una sustancia susceptible de transformarse en él, pero en todo caso representa el primer paso en su formación. Antes de utilizarla como combustible, debe procederse a secarla y prensarla, porque contiene una gran cantidad de humedad. El lignito representa un estado más avanzado de evolución y puede contener hasta un 50 % de carbono puro, pero como combustible es de mediana calidad.

La hulla es, con mucha diferencia, la más importante y abundante de todas las variedades de carbón, y su contenido en carbono puede llegar hasta un 80 %. Este carbón arde con gran facilidad produciendo una larga llama amarilla y a veces gran cantidad de humo. Se encuentra ampliamente distribuido por todo el mundo, pues existen grandes depósitos en Estados Unidos, China, Alemania, Gran Bretaña, India, Rusia, Polonia, Francia, Bélgica, Austria y España. La antracita representa la última fase de la transformación y puede contener hasta un 90 % de carbono. Se trata de un carbón duro y brillante que se enciende despacio, pero que arde más tiempo que las otras variedades. Su llama es azul y no produce humo.