Cómo se formó el carbón que ha permanecido millones de años sepultado en la tierra


En épocas muy remotas, antes de que hiciese el hombre su aparición sobre el globo, los helechos crecían de tal forma que, por su corpulencia y altura, parecían pequeños árboles. El sol caía de plano sobre ellos durante todo el día, y, por el beneficio de su luz, aumentaba el verdor de sus hojas y la exuberancia de sus tallos.

Esto ocurrió por espacio de mucho tiempo, hasta que desapareció de la superficie del planeta esta clase de plantas, y sus hojas y ramas quedaron enterradas. En el seno de la tierra los despojos de estos helechos empezaron a convertirse en una sustancia tan extraña como útil. En algunas regiones podemos aún presenciar el proceso de esta transformación. Hay lugares en Europa y América donde los restos de estos helechos se han convertido en una sustancia conocida con el nombre de turba: una especie de madera blanda y húmeda, que se encuentra en zonas pantanosas, donde cuesta trabajo caminar.

Esto ocurre donde los helechos quedaron a flor de tierra; pero en la mayor parte de los lugares se encuentran enterrados a gran profundidad, y se han transformado primero en turba, y después en una sustancia negra y dura que recibe el nombre de carbón mineral, carbón de piedra o simplemente carbón.

Este carbón ha permanecido millones de años sepultado en la tierra. Después de la época de los helechos, brotaron numerosos y gigantescos árboles, formando bosques inmensos, que desaparecieron a su vez. En ocasiones, los vegetales fueron enterrados donde habían vivido, y en otras las aguas del mar subieron lentamente hasta inundar los bosques, y arrastraron consigo en el transcurso de los años a dichos árboles, los cuales permanecieron, por espacio de muchos siglos, en el fondo de los mares, hasta que las olas avanzaron más y más, cubriendo mayores extensiones de tierra y dejando descubiertos parajes que antes habían ocupado.

El viento, entonces, cubrió la tierra de polvo. Desprendiéronse grandes masas de rocas, que también fueron cubiertas de tierra, y se repitió este fenómeno muchas veces. El mar y las tierras cambiaron de lugar muchas veces, y en cada una de ellas barrió el océano inmensos bosques de árboles, que habían estado absorbiendo la luz solar durante millares de años, hasta que fueron enterrados y convertidos en carbón. Así pues, en las profundidades del globo yace la luz solar condensada en los árboles y he-lechos transformados en carbón.