La cinematografía alemana y el inconfundible estilo francés


De la abrumadora cantidad de operetas, comedietas y vodevilles, interpretados por Willy Fritsch, Harry Liedtke, Lillian Harvey, Anny Ondra, etcétera que inundaron las pantallas europeas antes de la guerra de 1939, se destacan pocos nombres y sólo algunas obras.

Pabst dominó durante cierto tiempo la producción alemana. Entre Cuatro de infantería (1931) y Carbón (1932), obras esenciales de Pabst, que participan del verismo documental y de la ficción novelesca, este gran director nos dio: L'Opéra de quat'sous, película considerablemente henchida de amargura, que vale sobre todo por su belleza plástica. También merecen ser citados Leontina Sagan autora de Muchachas de uniforme, gran película; Gerard Lamprecht, con Emilio y los detectives, deliciosa cinta; Gustav Ucicky: Órdenes secretas, Crepúsculo rojo y principalmente Dunia; Karl Fróeíich: El pacto de los cuatro, y María Estuardo; Joe May: Asfalto, etcétera, etcétera.

Es curioso comprobar que los tres primeros filmes importantes realizados en Alemania después de la pasada guerra tengan los tres un ambiente patético: En algún lugar de Alemania; Alemania, año cero y Los asesinos están entre nosotros se desarrollan entre ruinas de casas, ante fachadas vacías, en habitaciones sin cristales, escenografía patética que produce un efecto alucinante. Lo mismo cabe decir de la película alemana Balada berlinesa.

El nacimiento del cine sonoro dio a Rene Clair un renombre universal. Con Bajo los techos de París (1930), El millón, A nosotros la libertad y 14 de Julio, que fueron la expresión más completa del talento de Rene Clair, este cineasta creaba un estilo libre e inteligente, puramente cinematográfico. La elocuencia de la imagen, el agudo sentido de la sátira, el trazo certero de los personajes secundarios y la sabia utilización de la música y del sonido, contribuyeron a la creación de un estilo inconfundible. Después de El fantasma va al Oeste, rodado en Inglaterra, y de una prolongada estancia en Estados Unidos, donde realizó tres cintas de innegable calidad (La llama de Nueva Orleáns, con Marlene Dietrich; Me casé con una bruja y Hoy es mañana), Rene Clair regresó a su país, donde ha producido bellas muestras de su ingenio fértil: El silencio es oro, La belleza del diablo, Beldades nocturnas y Puerta de Lilas.

Al lado de Rene Clair hay que inscribir los nombres de Jacques Feyder y de Julien Duvivier.

Feyder es un creador de tipos. Es también un perfecto narrador. Pone al servicio de los temas que le confían un oficio sólido y dúctil, y sus dotes casi pictóricas de la composición, que le permiten trazar imágenes de singular belleza plástica. A tal respecto, La kermesse heroica, cuyos fotogramas hacen pensar en el pintor Brueghel, es una obra muy representativa. Sus cintas más importantes son: El gran juego. Pensión Mimosas, La piste du Nord y Ha desaparecido una mujer. Jacques Feyder falleció en el año 1948.

Falto de ambición, Julien Duvivier ha consentido con frecuencia en filmar producciones excesivamente comerciales, pero otras como Pelirroja, La bandera, Pepé-le-Moko, María Chapdelaine, Carnet de baile y sus cintas realizadas en América, Seis destinos, Lydia y Al margen de la vida, no pueden hacernos olvidar cuan fuerte es la personalidad de Duvivier, uno de los mejores artífices del cine francés entre los años 1932-1938.

Menos pujante que Duvivier, pero sin duda más personal, más artista y menos irregular, Jean Renoir puso en imágenes La gran ilusión (1937) y La bestia humana (1939), a cuyos recios fotogramas asoma el pensamiento rico y generoso del eminente director, y por último, Río sagrado.

A la cabeza de los nuevos realizadores franceses cabe citar a Marcel Carné, Jacques Becker, H. C. Clouzot, Claude Autant-Lara, Rene Clément, Christian Jacque, Jean Delannoy y algunos otros. Entre los principales intérpretes del cine francés se destacan Gaby Morlay, Edwige Feuillere, Danielle Darrieux, Jean Marais, Annabella, Simone Simón, Danielle Delorme, Harry Baur, Pierre Fresnay, Michel Simón, Charles Boyer, Raimu, Jean Gabin, Albert Prejean y Louis Jouvet, gran actor teatral.