Breve historia de las bibliotecas más importantes del mundo


Una vez que el hombre hubo aprendido a escribir y volcado en ladrillos, papiros o pergaminos los hechos heroicos, las concepciones metafísicas o, simplemente, las experiencias de sus trabajos, comprendió la necesidad de reunir sus obras; ello dio nacimiento a las bibliotecas.

Tenemos noticia de la existencia de bibliotecas desde tiempos muy remotos. Famosa en Oriente fue la de Asurbanipal, a la cual pertenecen las 22.000 tabletas de arcilla cocida encontradas entre las ruinas del palacio real de Nínive. En Egipto existió la del rey Oximandias. Las más renombradas de la época de la hegemonía griega fueron las de Pérgamo y Alejandría. Esta última, que poseía 500.000 rollos de papiro, fue destruida por un incendio en tiempos de Julio César.

En Roma, la primera biblioteca pública fue instalada por Augusto, en el pórtico de Marcelo. Cuando Constantino trasladó la capital del imperio a la ciudad de Constantinopla, por él fundada, creó en ella una importante biblioteca, que los turcos saquearon siglos después.

Durante la Edad Media, los monjes benedictinos se hicieron famosos en Europa por sus bibliotecas y por sus trabajos de copistas y calígrafos. Con la secularización de la cultura y la fundación de universidades, las bibliotecas cobraron nuevo y grande impulso. En la actualidad raro es el pueblo occidental, por pobre y pequeño que sea, que carezca de biblioteca. Las más importantes de la época son: la del Museo Británico, de Londres, que atesora 4 millones de volúmenes, 60 mil manuscritos y 9.600 incunables; la Biblioteca Nacional de París, que contiene 6 millones de volúmenes, 150 mil manuscritos y cinco millones de estampas y grabados; la Nacional de la Dieta de Tokio, con 3 millones de volúmenes; la del Congreso de Washington, que posee, entre libros y folletos, casi 10 millones de piezas; la de Nueva York, que cuenta con más de 5 millones de volúmenes; la de la Universidad de Harvard, con más de 5 millones y medio; la de Berlín, la de Munich, la de Leipzig, la de Madrid, la de Viena, la de Oxford, la de Cambridge, la Vaticana, la de Florencia, la de Nápoles, la de Roma, la de Milán, la de Bruselas, la de Amsterdam, la de Lisboa, la de Moscú, la de Leningrado, la de Kioto, la de Yale, la de Columbia, la de Chicago, la de Stanford, la de Minnesota, la de Cornell, la de Princeton, la de Michigan, la de Pennsylvania, la de Northwester y la de Duke cuentan con una cantidad de volúmenes que oscila entre uno y tres millones.