COMO SE PROVEE DE AGUA A UNA CIUDAD


A medida que las grandes ciudades evolucionan, se hace cada día más arduo el problema del abastecimiento de agua potable. Las instalaciones en un gran centro de población constituyen un problema de ingeniería de difícil solución, en el que pocas personas piensan y casi ninguna conoce. Para mostrar cómo se abastece de agua a una gran ciudad tomaremos como ejemplo el sistema de aguas corrientes de Nueva York, por ser uno de los más completos e interesantes. Gastáronse en él más de 200 millones de dólares, pues debió traerse el agua desde un lugar situado a ciento sesenta kilómetros de los límites de la ciudad, atravesando montañas y valles, y pasando por debajo de ríos y arroyos. Millares de hombres trabajaron en esta obra gigantesca durante más de siete años. Si bien es cierto que su costo fue enorme, debemos considerar como muy bien empleado ese dinero, ya que la falta de agua, aunque sólo fuese por un día, produciría una pérdida en vidas y bienes muy superior al costo de la obra.

En la mayor parte de las ciudades y en las pequeñas poblaciones no es un problema la provisión de agua potable, pero cuanto más populosa es la ciudad, mayores se tornan las dificultades que es necesario vencer.

Nueva York tiene más de 8 millones de habitantes en su radio urbano, y su población aumenta anualmente en casi 150 mil personas, sin contar los numerosos turistas que continuamente la visitan. Estas cifras dan una pauta de la importancia de las instalaciones necesarias para proveer de agua potable a tan crecida población, importancia que aumenta enormemente si se le agrega la cantidad de agua que necesitan, para su desenvolvimiento, las industrias locales.

Hace algunos años, durante uno en que llovió menos que de costumbre, la disminución del agua de los depósitos neoyorquinos llegó a punto de constituir un serio peligro. Si la falta de agua se hacía sentir por sólo un día, era seguro que las epidemias no tardarían en presentarse y que las fábricas habrían de padecer grandes pérdidas. Así, pues, varios peritos recibieron el encargo de examinar todas las corrientes de agua de los alrededores a fin de averiguar en dónde podría hallarse una mayor y mejor reserva de agua potable. Los mencionados técnicos informaron que el lugar más cercano, donde cabía procurarse la cantidad deseada, estaba situado en las montañas de Catskill, al otro lado del río Hudson.

Poco después, empezaron las obras destinadas a traer el agua a la ciudad. Primero se compró el terreno para el depósito, y hubo que dejarlo limpio y desembarazado de obstáculos. Siete pueblos, con un total de 2.000 habitantes, desaparecieron, treinta y dos cementerios fueron trasladados; diez y ocho kilómetros de vía férrea, que cruzaba el terreno escogido para el nuevo lago, tuvieron que ser removidos y colocados en otro sitio, y se construyó una gran presa cruzando el riachuelo llamado Esopus Creek, la cual se extendió hasta los collados de una y otra orilla, a fin de formar el lago o depósito.