COMO SE APROVECHAN LAS TIERRAS ÁRIDAS


El agua es fuente de vida. Dondequiera que exista proporciona dones inestimables; en aquellos lugares en que escasea, acarrea enormes trastornos, y en las regiones donde falta en absoluto, la vida es imposible. Por ello el hombre buscó siempre, para instalarse, la proximidad de los ríos, lagos o arroyos que le proveyeran de tan preciado como imprescindible elemento. Cuando, por razones estratégicas o comerciales, debió establecer sus poblaciones en lugares donde escaseaba el líquido vital, se lo procuró por medio de ingeniosos artificios: acueductos, canales, acequias, etc. Solucionado el problema de la provisión de agua potable, el hombre encaró el del aprovisionamiento de agua para la agricultura, actividad que, al depender del régimen de lluvias de cada región, en años de sequía quedaba paralizada, lo que ocasionaba graves daños y provocaba terribles hambres. Esto lo solucionó desviando, hacia los campos q'.e quería regar, las aguas de los ríos, arroyos o canales por medio de gruesos muros de piedra o de otros materiales apropiados, que originaron la formación de pantanos, nombre con que se denomina al agua acumulada en una cuenca. Cuando los pantanos son de reducidas dimensiones reciben el nombre de hoyas, y si son muy grandes, el de lagunas o lagos. Esta finalidad primordial de los pantanos derivó más tarde a la facilidad de aumentar el nivel de las aguas y embalsarlas como reserva o para utilizarlas en la navegación de ciertas regiones o para fines industriales, especialmente para producir saltos de agua empleados en la obtención de electricidad. Los pantanos modernos sirven a los fines antes enunciados.

La construcción de pantanos permite transformar en terreno de regadío el destinado al cultivo de secano, con lo que la riqueza agrícola del suelo aumenta considerablemente. Tiene otra ventaja, además, y es que las grandes crecientes descargan en ellos su fuerza momentánea, que tan grandes catástrofes puede acarrear, y la transforman en energía útil.

Los primitivos pantanos estaban en pequeñas depresiones naturales del terreno formando cuencas alimentadas por el agua de lluvia, en las que se aprovechaba el embalse por obturación de la salida natural mediante un dique, azud o presa de madera, ramaje, encachado, piedras o manipostería, en general de poca altura.

Destinábanse, según ya dijimos, al riego. Paulatinamente fue creciendo el área de la superficie que se pretendía regar y, con ello, las proporciones del embalse, tanto en superficie como en altura, con lo que el muro de contención del agua vino a ser lo principal en la construcción de los pantanos. Así, pues, los adelantos de la técnica han podido manifestarse en la construcción de las presas, desde los muros de grandes dimensiones y materiales varios, que resisten el agua oponiendo al empuje de éstas su peso propio, hasta los modernos de hormigón armado, de estructura abovedada, en los que la presión de las aguas es la fuerza exterior, contrarrestada por las tensiones interiores de los elementos armados. Pero las presas no deben constituir nunca un obstáculo en las grandes avenidas. Por tal motivo conviene proveerlas de aliviaderos o compuertas que en caso de crecientes funcionen automáticamente, abriendo al agua un cauce suficiente en cuanto el nivel exceda de cierto límite de seguridad.

Las presas más grandes del mundo son las de Hoover, sobre el río Colorado, en Estados Unidos de América; Dnepropetrovsk, sobre el Dniéper, en Rusia; Garrison, Oahe, Fort Peck y Fort Randall, sobre el Missouri; Grand Coulee, sobre el Columbia; Kentucky, sobre el Tennessee, y Wolf Creek, sobre el Cumberland, todas en Estados Unidos; Hirakud, sobre el Mahandi, en la India; Denison, sobre el Colorado, y Shasta, sobre el Sacramento, en Estados Unidos; Gatún, sobre el Chagres, en Panamá; Asuán, sobre el Nilo, en Egipto; Ungir, sobre el Flamead, en Estados Unidos, y Lázaro Cárdenas (El Palmito), sobre el Nasas, en México.