La violeta de los plátanos, la serpentaria y la ruda de los prados


Al echar sus flores la hierba centella, aparecen también cerca de los pantanos las primeras violetas. Esta especie es inodora; sus hojas son casi redondeadas, y más anchas que las de la violeta de olor, las cuales afectan la forma de corazón. Sus flores, de color morado pálido, brotan en el extremo de los erguidos tallos; algunas veces son blancas. La estructura de la flor es semejante a la de las otras violetas.

La serpentaria es una planta trepadora, originaria de América del Norte, que mide de 20 a 30 centímetros; la raíz está formada por un gran número de raicillas fibrosas, blanquecinas, largas, delgadas, dispuestas en fascículos. Tiene rizoma pequeño y rastrero y el tallo es delgado, casi simple, un poco acodado en zigzag y pubescente. Las hojas son alternas, pecioladas, acorazonadas, verdes y enteras. De la parte inferior del tallo, pareciendo salir de la tierra, emergen largos pedúnculos que llevan las pequeñas florecillas de color rojo oscuro, cuyo perianto es tubuloso y dilatado en la base. El fruto es una cápsula globulosa que encierra 4 ó 6 semillas grisáceas. Los indios emplean el rizoma y la raíz para el tratamiento de la mordedura de las serpientes venenosas.

La hierba llamada ruda de los prados se parece bastante al delicado follaje, compuesto de mil hojuelas, de la ruda que se suele cultivar en los jardines. La de los prados tiene los tallos cubiertos de racimos, formados por diminutas flores como borlitas, de las cuales sólo se divisan los temblorosos y prolongados estambres reunidos en grupos. Existen algunas especies de esta planta; una de ellas florece temprano, en las laderas pedregosas de las colinas, en tanto que otra, con flores de nítida blancura, escoge por morada los prados u otros lugares más o menos húmedos.