La lavanda o espliego y el áster marino de las playas


La lavanda deriva su nombre del verbo lavar, porque esta planta era usada por los antiguos para perfumar los baños. Se distingue por su tallo cuadrado, delgado y alto, que en ocasiones llega a un metro, emite ramas alargadas, delgadas y vellosas, las hojas son opuestas, estrechas, lanceoladas y enteras. Las flores, de color azul morado, pequeñas y sésiles, se reúnen en glomérulos que forman espigas terminales. Cada glomérulo está constituido por unas seis flores y presenta en la base dos brácteas estrechas. Cada florecilla tiene en su base dos bractéolas. El cáliz es azulado, y la corola tubulosa y bilabiada. Toda la planta es de una coloración grisácea, y está cubierta por un vello corto. Su olor es fuerte y aromático. La lavanda se cultiva en los jardines, pues a la vez que los adorna perfuma el ambiente. De las inflorescencias se obtiene la esencia de lavanda que se emplea en perfumería.

En los pantanos, mezclando alegremente sus colores con los de otras flores, crecen innumerables y diminutos ásteres. Hallamos otra especie de áster entre la arena de la playa; los tallos de esta planta son rectos, y en todas direcciones brotan sus rígidas hojas, coronadas por grandes y hermosas inflorescencias en capítulo de brillante matiz lila. Más adelantada la estación, junto a los pantanos de agua salada, se halla otra especie de estas plantas, la cual presenta hojas carnosas y preciosas inflorescencias matizadas de pálido color violeta.