La genciana crinada y la hierba del parnaso


Tarde florece la genciana crinada, pero sus flores son quizá las más bonitas de cuantas trae el otoño. No es siempre seguro encontrarlas en las mismas húmedas praderas donde abundaban el año anterior, porque parecen aficionadas a cambiar de morada, aunque buscan siempre la humedad. Sin embargo, vale la pena recorrer algunos prados para verlas, pues son en verdad lindísimas. Además, se las halla con frecuencia reunidas, formando un delicioso jardín en miniatura. La genciana crinada posee lisas y estrechas hojas, de bruñida superficie, y las erguidas y espesas ramas se adornan con multitud de preciosas flores azules. En los capullos, de forma casi cuadrada, los cuatro pétalos están arrollados, dibujando un pequeño cono en la parte superior, pero al desplegarse, aparecen las flores con los bordes caprichosamente rizados. Son en extremo sensibles, y al tocarlas los fríos dedos de la noche, vuelven a cerrar sus pétalos, para proteger contra la escarcha los delicados estambres y el pistilo, que guardan en el fondo de su corola. Al acariciarlas los primeros rayos del sol naciente, se abren otra vez, y al benéfico calor se reaniman. Esta planta pertenece a la misma familia que la genciana de los Alpes, la cual florece cerca de las nieves perpetuas; otro miembro de ella es la genciana de los pantanos, lustrosa planta con flores azules apiñadas alrededor del tallo, y que parecen siempre capullos que no acaban de convertirse en flor, porque ésta, que es de forma tubular, tiene únicamente una pequeña abertura en el extremo de la corola.

La hierba del Parnaso o hepática blanca es también una linda flor lacustre. Pertenece a la familia de las saxifragáceas. Sus hojas presentan la forma de corazón, y brotan del rizoma describiendo un círculo, sostenidas por los erguidos pecíolos, mucho más cortos que los pedúnculos de las flores. Cada uno de éstos tiene una sola flor en su extremo, la cual mide de dos a tres centímetros de diámetro y posee cinco pétalos blancos, bastante gruesos y delicadamente matizados de verde. Las flores presentan en el centro un pistilo de gran tamaño, alrededor del cual hay cinco estambres.

Estas flores debían de tener diez estambres, pero cinco de ellos se han transformado en escamas ovaladas, llamadas estaminodios. Las flores contienen glándulas de néctar cerca del pistilo. En sus bordes presentan una franja de pelos blancos con botoncitos amarillos, que lucen al sol cual si estuvieran húmedos.