La flor se halla constituida por diversos elementos


Si a una persona poco instruida le preguntaran qué parte de la flor tiene mayor importancia, seguramente que señalaría los matizados pétalos; pero no es cierto. Gran valor tienen los pétalos para las plantas y en ellos emplean sus más ricos colores para que resulten vistosos y atractivos. No obstante, hay flores que carecen de ellos. Las partes más importantes de una flor son los tenues hilillos y los puntos como cabecitas de alfiler, de color verde y amarillo, que tiene en el centro, ocultos a menudo bajo los pliegues que forman los pétalos; precisamente lo que en el concepto de ciertas personas afea las magníficas flores que son gala del jardín. No se adornan éstas con pétalos de mil colores únicamente para deleite de nuestros ojos, no: su fin principal es atraer a los insectos que vagan alrededor para que coadyuven a la tarea importantísima de fecundar la flor y formar así la semilla. Para inducirlos a que se les acerquen, algunas flores están provistas de glandulitas que segregan dulce fluido, llamado néctar; y el suave perfume que despiden no es más que un llamamiento a las abejas y mariposas, las cuales saben que, guiadas por él, llegarán a las flores, donde podrán libar a su sabor el delicioso néctar. Las que no necesitan del auxilio de los insectos para ejecutar su obra, carecen de pétalos o los tienen muy chiquitos. Algunas plantas reservan el néctar de sus flores para las abejas y mariposas, y son de admirar verdaderamente las minuciosas precauciones que ha tomado la Naturaleza para impedir que se aprovechen de él las hormigas, moscas, escarabajos y otros insectos. La aguileña o pajarilla y la capuchina, llamada también mastuerzo de Indias, tienen un espolón muy largo y hueco, y el néctar depositado en el fondo, de manera que sólo pueden alcanzarlo insectos provistos de lengua considerablemente larga y fina. Las flores de la madreselva presentan la forma de una trompetilla bastante larga, y tienen también el néctar en el fondo.

Pero tanto las mariposas diurnas como las nocturnas están dotadas de una trompa fina y arrollada, con la cual liban fácilmente el néctar al estilarla en toda su longitud. Por otra parte, existen ciertas plantas que prefieren la visita de las avispas, moscas y otros insectos, cuyo aparato bucal es muy corto, y tienen el néctar dispuesto en la superficie plana de sus flores para que con facilidad pueda ser alcanzado, aunque los insectos provistos de larga trompa no desdeñan libarlo algunas veces. Las flores de la hiedra son de esta especie, y en otoño vemos legiones de mariposas, avispas, abejas y mil variados insectos zumbando alrededor de los paredones y las glorietas que cubre con su verde manto y disputándose el néctar.

Flores como las de la zanahoria extienden su néctar en superficies planas, para insectos de trompa corta, de manera que las mariposas pasan de largo, porque les sucedería como a la cigüeña en el festín que, según nos dice la fábula, le brindó la zorra. Algunas ranunculáceas, la hierba centella, el botón de oro y otras, extienden su generosidad a toda clase de insectos, que sin dificultad pueden libar el néctar contenido en las pequeñas copas que forman sus flores. Estas copas se hallan en algunas plantas, como la dedalera, acomodadas de tal modo a la forma y tamaño de la abeja, que cuando este tan útil insecto penetra en su interior, atraído por el sabroso y dulce néctar, se carga del dorado polen y al salir de la flor lo transporta volando a otra. Así se establece el contacto entre las flores por mediación de los insectos.