Orugas que comen con voracidad y mariposas que no comen nada


La minúscula larva, nacida de un diminuto huevo, necesita desarrollarse y fortalecerse. Pero, tan pronto como llega a su madurez y se convierte en un insecto perfecto y alado, ha de procrear y poner huevos. Ahora bien: para no perder sus energías y poner los numerosos huevos que le están asignados, es necesaria una reserva alimentaria considerable, pues es sabido que las mariposas se limitan a libar los jugos vegetales y otros líquidos. La Naturaleza ha sido previsora. He ahí la utilidad de la fase llamada oruga. Ésta puede comer una extraordinaria cantidad de alimento: hojas, cortezas de árbol o, como en el caso de las larvas de la polilla, lana y pieles. La oruga sabe adquirir la fuerza corporal que las mariposas necesitan. Hay muchos de esos insectos cuya débil boca no admite ningún alimento; su vida entera de animales alados se desenvuelve en el breve período de tres días, durante los cuales no comen nada.

La oruga es el gran proveedor de alimentos, y este hecho corrobora nuestra teoría. Si la fuerza de la mariposa diurna o nocturna proviene de lo que come la oruga, ésta debe ser voraz. Los lepidópteros ponen muchos huevos. Si todos ellos se convirtieran luego en orugas, éstas en mariposas fecundas, y así sucesivamente, no tardaría mucho en ser devorada toda la vegetación de la tierra.