La mariposa que gusta de la miel chirria para asustar a las abejas


Esta gruesa mariposa tiene una voz de la que se sirve para emitir un sonido semejante al de la reina del enjambre. La voz de ésta siempre asusta a las abejas; y el mismo efecto produce la voz de la polilla de las colmenas. En lugar de matar a la intrusa con sus aguijones, como fácilmente podrían hacerlo, o de emparedarla, como lo hacen con el caracol de tierra, las abejas se limitan a levantar tabiques de cera para impedirle el acceso a sus almacenes. Dejan tan sólo, para poder entrar y salir ellas mismas, una estrecha abertura, que la mariposa no puede franquear.

Es sorprendente que algunas de las falsas polillas, entre las cuales hay varias especies de igual tamaño y color que las abejas y las avispas, no imiten a la llamada calavera. Su aspecto les permitiría acercarse impunemente a la colmena.

Las hembras de algunos lepidópteros de este grupo no usan nunca sus alas. Las hembras de la mariposa moñuda, después de haber salido del estado de crisálida, depositan sus huevos en la parte exterior del capullo, mientras que las del sigue nunca lo abandonan. Existe una mariposa en los huertos de Norteamérica, cuya hembra tiene unas alas muy débiles. De no ser así serían considerables los daños que causaría. Deposita los huevos en las ramas de los árboles, a los que puede dejar en absoluto sin hojas ni brotes. Y así lo ha hecho en repetidas ocasiones. Es, pues, necesario combatirlo con esmero cuando se apunta tal contingencia; de lo contrario, el árbol puede llegar a secarse.