Las ratas domésticas propagan graves enfermedades


Las ratas penetran casi en todas partes. Socavan la tierra por debajo de las paredes; sus afiladas uñas les permiten trepar por los cercados más lisos; saben cruzar a nado la corriente de los ríos; viven en las cloacas, en las bodegas y en los desvanes, bajo el piso de las habitaciones, en los buques, en los muelles, en las tiendas y en los almacenes. Hallaremos una rata en dondequiera que pueda introducirse y encontrar alimento.

En los tiempos pasados, la rata era de cierta utilidad, pues antes de que los hombres hubieran aprendido a cuidar de las cloacas, contribuían a la salud pública comiéndose los detritos animales y vegetales, cuya descomposición engendra enfermedades. Ahora ya no es necesario contar con las ratas, pues poseemos, por fortuna, otros medios de saneamiento.

Se ha descubierto que las mismas ratas son origen de infecciones. Se introducen en las pocilgas, donde algunas veces son pasto de los cerdos; y si tienen una enfermedad, la transmiten a estos animales, los cuales, a su vez, la contagian a los seres humanos. Y no es esto lo peor, sino que en el pelo de las ratas se albergan muchos parásitos que si pican al hombre, pueden, por conducto de la sangre, transmitirle diversos males.