De qué modo mudan de piel los gusanillos de seda, para luego continuar comiendo


Cuando tienen unos seis días, los gusanos dejan de alimentarse; la piel se parte por el dorso, y la oruga se arrastra penosamente hacia afuera envuelta en su nueva cubierta. Entonces recobra el apetito, poniéndose de nuevo a comer con gran avidez.

Crece rápidamente, mientras su piel está todavía blanda; pero, al cabo de unos pocos días más, ha de sufrir otra muda, y así sucesivamente hasta llegar a la cuarta.

Cada época de muda es para la oruga un trance doloroso, y son muchas las que perecen en el transcurso de la operación. Pero tan luego como ha terminado la última muda, el gusano se nutre vorazmente, como si supiera que pronto ha de acabársele el período de nutrición. Al llegar a este punto, ha adquirido ya un tamaño igual al de las mayores orugas; no era, cuando nació, más que una cosa insignificante cuyo peso no pasaba de tres cuartos de miligramo, pero ahora pesa cerca de diez gramos y su longitud alcanza siete centímetros, lo cual representa, en un par de meses, un crecimiento sumamente rápido. Entonces viene el momento más importante en la vida de la oruga. Es preciso, en efecto, que se transforme en crisálida; y, justamente para pasar de una manera adecuada por ese estado de crisálida, hila el insecto la famosísima seda.