La historia de que las águilas se llevan a los niños no es cierta


Un águila dorada puede comer al día un par de codornices o perdices o una liebre, y con esto puede vivir; pero, como otros muchos animales, prefiere la variedad en materia de alimentos. Gustan a veces de comer carne pútrida, para salirse de su régimen ordinario; y los hombres, que saben esto, les arman trampas y las cogen como si fuesen las aves más estúpidas. Sus deseos de variar no se limitan a esto. Las águilas arrebatan corderillos y se los llevan a sus nidos, y embisten y matan a los ciervos. Se ha dicho muchas veces que arrebatan también a los niños; pero, aunque nos consta de un modo positivo que acometen a los zagales de los rebaños que desean robar, no se cita ningún caso concreto de que un niño haya sido arrebatado por un águila.

De lo que no cabe duda es de que dan caza a los ciervos, procediendo para ello con tanta destreza y método, como si estuviesen acostumbradas a hacerlo todos los días. Por regla general, suelen lanzarse sobre los jóvenes, a los cuales es más fácil matar. Precipítanse desde lo alto, como una centella, sobre los lomos del ciervo que desean devorar, y, si pueden, lo separan de su madre. La pobre cierva, si logra conservar el hijo a su lado, lucha con desesperado valor contra el águila, a. la que logra poner en fuga en algunas ocasiones golpeándola con las patas delanteras. Pero si el ave consigue alejar al cervatillo de su madre, es tan grande el sobresalto de ésta que parece paralizada, y el águila entonces hace huir aterrorizado al pequeño animal y lo mata con sus garras y su pico.