El majestuoso cóndor, morador de las alturas inaccesibles


Mejor que cualquiera descripción que pudiéramos hacer aquí, es transcribir párrafos del bellísimo capítulo sobre el cóndor que tomamos del libro Mis Montañas, del doctor Joaquín V. González. El lector apreciará sin duda la hermosura de estas páginas.

“Las montañas de mi tierra -los Andes- tienen el cóndor, el morador amante de las alturas, el ave inmortal, que por lo secreto de su vida y lo incognoscible de sus hábitos domésticos, parece un símbolo indescifrable de la muda pero grandiosa historia de los montes americanos. Él lleva marcada en la pupila la huella de un perenne insomnio, como en un momento de inspiración lo adivinó un poeta nacional, sin haberle contemplado de cerca, y los nerviosos e inquietos movimientos de su cabeza calva, para mirar a las profundidades y a los horizontes lejanos, sugieren la creencia de que algo más que la pesquisa de la presa le preocupa, y puede ser el temor de un acontecimiento presentido, que vendrá de ignoradas regiones, en día incierto y en son de exterminio...

“Veíale recorrer sereno, con las grandes alas abiertas, el espacio bailado de sol, describiendo círculos inmensos que parecían no tener un término, como esas parábolas en que circulan los cometas que no han de volver jamás a nuestro cielo; su sombra gigantesca, proyectada desde la altura, rodaba como la de una nube sobre las faldas, los abismos, las cumbres y los valles...”