De cómo el mirlo destruye a los enemigos del hombre y se cobra robándole las cerezas


El mirlo, primo hermano del tordo, tiene mayor tamaño que éste, y con su lustroso plumaje negro y su pico de un vivo color amarillo, presenta hermoso aspecto. Es un cantor excelente, de elevada y tierna voz; pero carece de la ejecución del tordo, porque, en medio de su canto, da notas desentonadas que deslucen su labor. Los mirlos y los tordos congréganse en gran número en los jardines y huertos donde no se los persigue; sin embargo, los labradores no los quieren, pues les hacen grandes destrozos en los árboles frutales. En los primeros meses del año trabajan incesantemente en provecho del agricultor, devorando caracoles, gusanos y crisálidas; pero, cuando la fruta comienza a madurar, hacen en los árboles inconcebibles estragos. En una propiedad no se cogió una sola pera o manzana que no ostentase las muestras de los agudos picos de estos voraces pájaros.

En los cerezos producen todavía daños mucho mayores. Un caballero que se dedicaba al cultivo de las cerezas, calculó que le comían un tercio de su cosecha. En vista de ello, adquirió una escopeta, no para matarlos, pues disparaba contra ellos sin perdigones, sino para ahuyentarlos con el ruido. Al principio logró espantarlos, pero pronto se acostumbraron a las detonaciones. Cada vez que salía de su casa encontraba los árboles llenos de pájaros que se comían sus cerezas, y ellos, al verlo, no esperaban a que les hiciese fuego, sino que cogía cada uno su cereza y se dejaban caer con ella en el pico al pie de los árboles, donde, cubiertos por la hierba, se comían tranquilamente el fruto robado, y después se alejaban promoviendo una gran algarabía.

En América existe un pájaro notable, el sinsonte o pájaro burlador, que es la más maravillosa de todas las aves canoras. Su canto ya es muy bello de por sí, pero no se conforma con él, e imita las canciones y los gritos de todos los demás pájaros. Reproduce con toda perfección el canto del ruiseñor, el agudo chillido del águila y el vulgar cacareo de las gallinas. Ladra lo mismo que un perro y maulla como los gatos. Remeda el sonido de una sierra, el chirrido de una bisagra mohosa, los golpes de un martillo o de un mazo.

No imita la voz humana, pero aprende a silbar cualquier tonada. El sinsonte es muy común en América, a pesar de lo cual se lo tiene en gran estima por sus raras habilidades y se lo admira por el denuedo con que defiende a sus polluelos contra las aves de rapiña y contra las serpientes y gatos. Su tamaño es un poco superior al del tordo. Mide unos 26 centímetros de largo; es de color ceniciento en la parte superior, con las alas y cola castañas y blancas. Construye su nido en forma de copa voluminosa, situándolo por lo general entre las ramas de un arbusto.