Vigorosos perros esquimales que arrastran pesados trineos


Cuando los hombres primitivos de los climas fríos comenzaron a fabricar utensilios, y con ellos a construir mecanismos en los que pudieran llevar los objetos, el trineo fue sin duda uno de los principales vehículos que idearon. Y el perro debió de ser el animal destinado a su tracción. Así lo indica el hecho de haber empleado siempre los esquimales, desde que se los ha visto viajar, a los perros como animales de carga.

El perro de los esquimales es el que mejor nos muestra lo que debieron de ser nuestros propios perros. Poco importa que el lugar en que se lo encuentre sea la América glacial, Siberia o Kamchatka: es siempre el mismo: una especie de lobo, algo más manso y sumiso. Al hallarse en libertad, se mezcla con los lobos en caso de que los haya en las cercanías. En una manada de perros esquimales de la América glacial es casi seguro que se encontrarán tantos de éstos como de aquellos. En esas remotas regiones del Norte vislumbramos lo que debieron de ser los servicios prestados por los antecesores de nuestros perros a nuestros propios antecesores. Los esquimales necesitan perros, con cuya ayuda pueden trasladar sus campamentos de un lugar a otro. Al terminarse el trabajo del día, vuelven los canes a ser animales salvajes; reciben en pago unos cuantos trozos de pescado, que devoran acompañándolos de uno o dos bocados de nieve, y con esto tienen hecha su cena. Así han de pasarse hasta el día siguiente, en que se les da otro pedazo de pescado. Si esto no es suficiente, ellos han de cuidarse de cazar todas las aves o mamíferos que se pongan a su alcance, resultando de aquí que no es posible tener en su vecindad ovejas, cabras u otros animales domésticos. Todo lo matan, todo lo comen.