Curiosos túneles conducen desde el agua hasta la vivienda del ornitorrinco


El equidna y el ornitorrinco son dos excelentes y curiosos zapadores. Estos animales, a pesar de ser mamíferos, ponen huevos. Pertenecen a la extraña fauna australiana, tan distinta de la del resto del mundo. El equidna, gran comedor de hormigas, construye su vivienda excavando el suelo con mucha facilidad, gracias a la fuerza considerable de que están dotadas sus largas y afiladas uñas. El ornitorrinco pasa gran parte de su vida en el agua, aunque fabrica su casa en la tierra. La experiencia le ha enseñado a ser muy cauto, y por eso elige para su morada lugares próximos a tranquilas corrientes que van a desaguar en lagunas pobladas de cañaverales y no frecuentadas por el hombre, y en las que puede encontrar sus alimentos vegetales, así como también gusanos, pequeños crustáceos, etcétera.

A fin de poder llegar al agua sin contratiempo, el ornitorrinco dispone de un túnel que comunica su vivienda con el fondo de las lagunas. Este túnel se extiende bajo el suelo por espacio de unos quince metros, y conduce a una amplia y bien proporcionada cámara, tapizada de hierba, y muy cómoda y segura. Además, para que no falte en ella el aire respirable, el ingenioso animal abre una vía de ventilación que, partiendo del departamento que hace las veces de dormitorio, desemboca en medio de un macizo de maleza, y aparte del indígena australiano, ningún hombre acertaría a descubrir la entrada de este segundo túnel. Sírvele asimismo éste de salida cuando es atacado por el primero; pero, a ser posible, el ornitorrinco prefiere huir por el agua, ya que sus pies palmeados no le permiten correr con facilidad por tierra.

Con esto, se acaba de dar sólo una breve ojeada a algunos de los más hábiles arquitectos del mundo animal. En varios capítulos de esta obra se trata de otros muchos de esos curiosos seres, tales como las abejas, las hormigas y las aves. Pero basta lo que hemos expuesto aquí para comprender que, a su modo, esos hábiles constructores del reino animal pueden, en muchos sentidos, competir con el hombre más diestro.