El sorprendente y misterioso lenguaje de las abejas


El mundo de las abejas está cada día más lleno de sorpresas. Si siempre ha llamado la atención la perfección con que construyen sus panales, más notable es lo que se ha denominado el lenguaje de las abejas.

El sabio entomólogo austríaco doctor Karl von Frisch ha estudiado las llamadas danzas de las abejas, mediante las cuales la abeja orienta a sus compañeras hacia las fuentes de provisión de néctar que ha localizado.

Al regresar del campo una abeja, comienza una danza estilizada en la que. sin variar mayormente su posición, gira primero hacia la derecha y luego hacia la izquierda; con esto informa que ha encontrado flores, de las que trae néctar, a unos 50 m de distancia de la colmena. Al mismo tiempo, el vigor mayor o menor de la danza indica cuál es el contenido en azúcar, superior o inferior al 40 %. La abeja explica también a sus compañeras la situación del lugar del hallazgo con referencia al sol; la dirección de una corta carrera que hace al completar la danza se encarga de esto: si en ella baja verticalmente frente al panal, indica que hay que volar en dirección recta alejándose del sol; si se desvía hacia la izquierda de la vertical, por ejemplo 50°, esto quiere decir que hay que volar con igual ángulo, y así sucesivamente para cualquier posición. La distancia mayor de 50 m la indica la abeja por la repetición del ciclo de danza y carrera.

No hay duda que un proceso extraordinario se cumple en la abeja al entregar tales indicaciones a sus compañeras. Lo que aquí ocurre se asemeja notablemente a lo que llamamos el lenguaje o habla privativo de los humanos. En efecto, la abeja en este caso ha debido recordar la distancia que ha recorrido, establecer la triple posición del sol, la colmena y la fuente de alimento, y transportar el mapa del terreno así obtenido del plano horizontal de la realidad al plano vertical del panal ante el que efectúa su gráfica demostración.